Opinión

El espíritu de Peña Nieto

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Por David Castellanos
El día después del Día de la Madre fue especial para México, extraño sí; pero muy bueno para la nación, por dos cosas.

1. La votación furiosa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en contra de la Ley Bonilla (Cuarta Transformación), transgresora de los principios de la democracia.

2. Porque el decreto de la Guardia Nacional, presentado por el Comandante Supremo Andrés Manuel López Obrador se basa en el Quinto transitorio, por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de Guardia Nacional.

Claro que son dos buenas noticias para el Estado de Derecho mexicano, comunicaciones y conductas que casualmente surgen después de que el Día del Niño, los gobernadores del noreste, se mesuraron en sus declaraciones y expresaron estar dispuestos a seguir coadyuvando con el presidente Andrés Manuel, para una mejor gobernabilidad; luego en una de esas otras casualidades de la vida, Miguel Ángel Osorio Chong, coordinador de los priístas en el Senado mexicano, se enfermó de Covid-19, y un día después Mario Delgado dijo que no habría amenazante periodo extraordinario de sesiones para debatir la propuesta de concentrar el dinero público en el jefe del Ejecutivo Federal.

El mes de mayo ya dejaba brillar una luz de esperanza para bien de México, sobre todo de la legalidad nacional como sucedió este inicio de semana.

La “guerra contra el narcotráfico”, exigió desde el principio una herramienta jurídica que regulara el uso de las Fuerzas Armadas en su disputa cuerpo a cuerpo, cara a cara con los pistoleros; pero cuando más cerca estuvo el pueblo mexicano de heredar una moderna Ley de Seguridad Interior, la intransigencia opositora al ex presidente Enrique Peña Nieto, no permitió sacarla adelante en el mejor de los tiempos y cuando más se ocupaba, pues en el sexenio pasado se experimentaba el México más violento.

La izquierda y una fracción del panismo se disfrazararon de colectivos sociales, activistas y presuntos defensores de los Derechos Humanos que impidieron su aplicación al grado que fue derogada.

Hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador, con el saco y la corbata bien puestos como presidente de México, entregó a los mexicanos lo que pudo haber tenido el pueblo sabio desde el sexenio pasado.

Por cierto la Ley de Seguridad Interior, era mucho más garante de los derechos de los ciudadanos y limitaba más enérgicamente la actuación de las fuerzas armadas. Pero bueno, así quisieron.

Solamente el presidente López Obrador, sabe por qué tardó casi un año si desde el 26 de marzo de 2019, o bien un día después pudo haber lanzado este mismo acuerdo, quizá porque por fin el Gobierno Federal reconoció que no puede con la seguridad, sino es con la intervención de las Fuerzas Armadas o porque la nueva Guardia Nacional, sus violaciones a los Derechos Humanos, actos de corrupción y tropelías terminaron de validar por cierto aquello que dijo allá por septiembre de 2014 un tonto y loco político mexicano:

“Estoy convencido de que el problema que tenemos para enfrentar la corrupción parte, primero de reconocer que es una debilidad de orden cultural”, Enrique Peña Nieto, ex presidente de México (2012-2018).

Pero qué lástima, ustedes no estaban preparados para esa información.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608


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