La participación de las mujeres en la política es algo así como un acto de heroísmo y valentía. En México la independencia y empoderamiento femenino se ve, y se nota que le está calando hondo a los machos mexicanos; se siente el ardor masculino con los tristes y constantes ataques hacia ellas.
La violencia contra las mujeres en este bellísimo país de Latinoamérica admirado desde Europa y cualquier latitud, se viene concentrando mayormente en los estados norteños de Chihuahua, Sonora y Baja California; igual que en Guanajuato, Jalisco, Colima y Michoacán; tan solo en estas siete entidades se han concentrado más del 60 por ciento de las carpetas de investigación por homicidios y feminicidios.
Por fortuna uno de los estados que han quedado relativamente retirado de este tipo de actos fuera de la ley, es el de Tamaulipas, lugar donde la iniciativa privada ha comenzado a ver con otros ojos al gobierno local y sobre todo el trabajo que se hace al frente del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).
Tan solo la empresa coreana POSCO invirtió más de 5 millones de pesos en la construcción del Centro de Esperanza POSCO Amigos, en beneficio de las familias del sur de Tamaulipas, donde su presidente Kim Byung Hwi ha elegido esta entidad norteña de México como sede para sus operaciones, pero sobre todo, debido al trabajo de la señora Mariana Gómez Leal de García Cabeza de Vaca, eligió donar la construcción de este centro con el propósito de promover la capacitación para talleres de autoempleo, capacitación para el empleo, educación continua y desarrollo de micro, medianas y grandes empresas.
Y es que desde el 2019 la licenciada en Desarrollo Social, Mariana Gómez viene ocupando los primeros lugares nacionales en las evaluaciones de las titulares de los sistemas DIF en la República Mexicana, pero en este 2020, Mariana Gómez de García, lleva dos meses consecutivos ocupando el primer lugar nacional por su gestión y desempeño al frente del DIF Tamaulipas.
El empoderamiento femenino ha llegado para quedarse, guste o no. Es de supremo compromiso social alentarlo, para sobrevivir como sociedad, ante los desafíos que acechan a los núcleos familiares. Y es aquí donde las autoridades de los tres niveles de gobierno en conjunto con los corporativos empresariales que se sumen deben enarbolar la bandera de la solidaridad para mujeres y niñas. En Tamaulipas ya se está haciendo, esperemos que este ejemplo recorra toda la nación.
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