En México se aplica una vara para los opositores políticos, otra para los aliados, y una muy distinta para los sicarios; eso sí, el Comandante Supremo, hace valer su poder en órganos de investigación y de impartición de justicia para presionar a quienes son o fueron adversarios políticos no transformados a su fe, una fe en él y en sus ideas que no deben cuestionarse.
Existen personajes de la vida pública que han alabado con expresiones sectarias tales como “quien piense que sabe más que el presidente se equivoca”. Aunque su mensaje fuera dirigido a miembros del partido Morena, denota el carácter dogmático casi religioso, pero de la ideología al interior de su institución.
Ha sido difícil encontrar un punto de equilibrio cuando retumban en la memoria los que llamaban Mesías al presidente de México, y lo peor es que parece que no estaban tan mal, aunque la Biblia, esa que él cita, dice que habrá falsos mesías y falsos profetas.
Llamar corruptos, fifís y conservadores a todo aquel que no dé la altura moral que él espera; pero a la vez no tocar ni con el pétalo de una rosa a sus aliados, es incongruencia. En lo que va del presente mandato se han pasado por alto pruebas documentales y no documentales, para ultimar en un nivel autoritario: “yo sí le creo o yo sí confío en él”, respuesta dada ante cualquier investigación en contra de su gente.
Esto es como el equivalente a decir: Mis amigos ricos y ladrones no son fifis, ni corruptos, como si fueran redimidos por el mismo presidente de México, y es que quizás cree tener las facultades del mismo Jesús para perdonar pecados. Pero habría que recordar que él predicaba arrepentimiento y que para recibir perdón era necesario no solo creer sino cambiar de forma de vida de manera definitiva, como cuando le dijo a la mujer adúltera, vete y no peques más.
Ahora bien, mentir a razón de 6 veces por aparición pública de la mañana, ya sea por ignorancia o de manera deliberada, “hayga sido como hayga sido”, nuestro máximo jefe de estado no debe tomar a la ligera sus palabras. Volvamos a la biblia, “Por sus palabras seréis justificados o por su palabras seréis condenados”.
Entonces ¿Cómo se puede tener autoridad moral para decir si algo es o no inmoral ante tales acciones?
“Con la vara con que medís seréis medidos”
Es prácticamente como si la realidad fuera moldeada por su opinión.
Preocupa también que en su incongruencia permita que después de haber criticado tan duramente a Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, por golpear el avispero, AMLO cuente con la libertad para causar el mismo o más daño dirán algunos, ante una violencia en un primer año de gobierno superior a cualquier otra etapa del México moderno.
Y peor, cuando se le pregunta por la tragedia de Culiacán, no se detiene para enfrentar la crisis y dar la cara como se lo exigió a otros, y solo menciona que su gabinete ya “informó”, continuando así con su patrón de incongruencia.
La incongruencia de Andrés preocupa, porqué es el representante del estado, esa institución que según los teóricos es la que controla el monopolio de la violencia. Los ciudadanos ceden su derecho a matar para entregar su defensa al estado con la garantía de que será el estado quien garantice su vida. Es el Comandante Supremo la persona con más poder en este país. Su incongruencia nos afecta a todos. Pega arriba y abajo, su incongruencia es preocupante, tanto como imaginar que un hijo de Joaquín Guzmán Loera, murió en el enfrentamiento y otro quedó en libertad convirtiendo a México en la burla del mundo.
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