David Ed Castellanos Terán
@dect1608
EL fútbol es sagrado, casi una religión. Parafraseando al rockero Hervey Torres, del grupo Código Zero; el fútbol es un deporte que interesa a propios y ajenos a los 22 deportistas que saltan al terreno de juego en busca de la victoria que los lleve a la inmortalidad histórica.
Este fin de semana, el tan amado deporte que mueve masas, dio a dos de los presidentes más controversiales del continente americano la oportunidad de lanzar un tuit dedicado a sus representativos nacionales. Uno más quizás no lo hizo porque vive una revuelta deportiva nacional.
Donald Trump, felicitó a la Selección de Fútbol Femenil, ganadora del Mundial Francia 2019, bicampeona de la justa deportiva en una final emocionante derrotando 2-0 a Holanda. “América está orgullosa de todas ustedes”, dijo el presidente norteamericano, que incluso enfrentó en esta red social a Megan Rapinoe, capitana de la selección de las barras y las estrellas, y mejor jugadora del torneo al ganar el balón de oro, quien ha escrito en contra de varias políticas Trumpistas.
Más tarde, este mismo domingo, Jair Bolsonaro, el 38º presidente de la República Federativa de Brasil, vía Twitter, detalló desde su salida de Brasilia a Río de Janeiro con destino el estadio Maracaná; luego un tuit del 1-0 contra Perú; Bolsonaro, que fue abucheado pero igual aplaudido por su entera participación en la Copa América, iniciado el segundo tiempo difundió el tercer mensaje del día dedicado al deporte más popular de su país, quizás el que más alegrías ha regalado a los brasileños; para finalmente elevar dos más a la nube pero ya como presidente de la selección más poderosa de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL).
Hasta las 18 horas tiempo de México, el fútbol, el deporte más bonito del universo, estaba dando oportunidad a dos de los jefes políticos más controversiales del continente la oportunidad de colgarse un populismo envidiable. Felicitaciones que cualquier otro presidente hubiera querido tener para difundir y hacerse presente en la algarabía balompédica; entonces los mexicanos, esperaban -esperábamos- el turno de la selección en la final de la Copa de Oro, la competición de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y del Caribe (CONCACAF), en donde se enfrentaría a los Estados Unidos de América, un equipo que dejó de ser el caldito desde hace más de una década.
Finalmente, México ganó 1-0 y Guillermo Ochoa, se convirtió en el primer mexicano campeón de cuatro Copas Oro, además fue reconocido como el mejor portero del torneo. Ya no habrá más discusión, Francisco Guillermo, es el mejor portero de la historia, pues ningún futbolista nacional ha ganado tantas veces esta copa, y hasta la media noche del domingo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, no había felicitado a la tricolor, quizás porque la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), lleva días envuelta en una crisis, sí, otra crisis del Gobierno Federal, siendo una nueva clara muestra de que el presidente es mucho para los integrantes de su gabinete, personalidades que están quedándose cortos y dejando mucho qué desear de lo que el pueblo esperaba de la Cuarta Transformación. Ni hablar, como dirían algunos, “una foto dice más que mil palabras”, pues los nuevos gobernantes con sus hechos llevarán la penitencia.
Felicitación especial al tamaulipeco, Rodolfo Pizarro, que supo sobreponerse de un mal partido contra Martinica, para convertirse en uno de los jugadores más valiosos del torneo dentro del equipo campeón, sí, ¡México lindo y querido!, el ocho veces todopoderoso de esta competición.
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