Opinión

La envidia

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“Justo hace 7 días saliendo de dar mi clase de artes plásticas en 06 fui atacado casi frente a mis alumnos, 3 balas, dos de ellas que conservaré en mi cuerpo (brazo y abdomen) y una que gracias a Dios no entró a mi cabeza pero sí destruyó un hueso de mi mano izquierda, protegido por la mano de Dios, arropado por sus muestras de amor o apoyo hacia mí o mi trabajo y en manos del personal del IMSS logré salir. Vivimos en una sociedad con ciertas fallas, pero la violencia no es una solución, siendo sinceros desconozco por qué el ataque, todo indica que pudo ser envidia. El hecho es que ‘Al mundo le falta más amor y más color’. Sembremos en nuestros hijos amor, compartamos amor con el vecino, llenemos de amor nuestro trabajo y amemos nuestra ciudad, pero también exijamos justicia, no para mí, sino para todos los que de alguna manera han sufrido violencia en cualquier nivel”, escribió Héctor Armando Domínguez Rodríguez, en su cuenta de Facebook, luego de sobrevivir al atentado del que fue víctima el pasado mes de septiembre de 2018.

¿Le habrán dicho la verdad a nuestro presidente? ¿Sabe que la pelota y bat que le regalaron en Valles el mes pasado fueron pintados por Héctor, y que hoy, él está muerto víctima de la violencia?

Desde agosto de 2013 que asesinaron a balazos a Nacho Castillo, un insaciable promotor del rock, no se vivía un ambiente de tanta pesadumbre en Cd. Valles, municipio de la huasteca potosina, donde el fin de semana pasado fue acribillado el muralista y activista social Héctor Domínguez.

Pero también Julio, su hermano un líder juvenil religioso y su papá fueron acribillados, la mascota de la casa igual recibió los balazos; Héctor, Julio y su padre eran bastante queridos y respetados por la sociedad. 

Desde la óptica de algunos oriundos de Cd. Valles, existe una cadena de hechos que solo se pueden ver en perspectiva: la amenaza velada de pintar su último trabajo en la ciudad, espere, fue una pinta dedicada a una de las familias más adineradas de aquel municipio; poco después el atentado a su vida en septiembre; su auto exilio de Valles, pero su determinación de seguir pintando en otros municipios, incluso desde sus redes sociales apoyaba  moralmente a la región huasteca de la ola de violencia que no para su carrera y da en la torre a los pobladores, cotidianamente en 2018 publicaba #FuerzaTamazunchale. 

A la cadena de hechos que sostienen con el pensamiento, los más allegados a Héctor y su familia, destacan el último trabajo en una barda de un ejido fuera de la vida económica de la ciudad, pero dentro del mismo municipio que lo vio nacer y morir bajo el mismo sol tras la ejecución en su casa. 

Qué hayan sido asesinados así, con tanto odio, es para muchos tan incomprensible que no se pueden encontrar respuestas tan fácilmente.

La violencia y descomposición continúan sin dar tregua a nada; cuatro veces a nada. 

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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