Luego de más de una década de balas, explosiones, levantones, secuestros, sangre derramada y desapariciones. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, declaró que se acabó la guerra contra el crimen organizado, busca de la paz para la nación y sus pobladores, no buscará capturar líderes “prioritarios”.
Efectivamente, las Fuerzas Federales, ya no van a ir tras los capos. No más persecuciones contra “El Mayo”; no más intentos por neutralizar a “El Mencho”; los más buscados dentro del país como “El Azul”, no entran en las prioridades presidenciales.
Para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, lo verdaderamente importante es bajarle al número de homicidios, robos, secuestros y extorsiones; la absurda guerra calderonista, según el Comandante Supremo y guía de los mexicanos, ya tiene final y llamó a la población en general a no proteger a los delincuentes, pues no se tolerará la complicidad.
¿Y ahora presidente?, la verdad esto nos recuerda a Vicente Fox, cuando dijo que en 15 minutos solucionaría la rebelión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), al final, ni 15 ni todo un sexenio. Si, si ya cerraron los ductos y ¿a qué creen que se dedicaran los huachicoleros?, ¿serán los nuevos halcones, sicarios, extorsionadores o secuestradores?
Que nadie me crea, pero pegadito al Golfo de México, allá por el noreste del país, hay un pedazo de extensión territorial llamada Tamaulipas, allí el saber del narcotráfico está más que arraigado entre una gran parte de la sociedad, en esa entidad la sangre ha sido sacrificada y durante algunos años parecía que nunca iba salir el sol con su luz esperanzadora. Entre 2010 y 2014, se vivieron episodios por demás violentos, se llegaron a ver ciudades vacías, el viento era su único poblador; a la fecha hay municipios con graves problemas de inseguridad y otros prendidos de la esperanza como un pasador al cabello de una tierna niña, a lo que quiero llegar es que después de el ajuste de cuentas entre grupos criminales, surgen las bandas dedicadas al robo de transeúntes, comerciantes, robo a casas habitación, de vehículos, hasta las motocicletas se apañan para seguir delinquiendo, es más, las vacas, marranos y animales son hurtados a sus propietarios.
Esos delitos no son clasificados como graves, por consiguiente los presuntos salen a la brevedad de las cárceles, echando a perder el esfuerzo de los cuerpos policiacos y fuerzas federales; agréguele la famosísima y exagerada protección de los derechos humanos, que cuidan de más y protegen a los delincuentes, pero sobre todo a los criminales con dinero, porque a los pobres no, esos que paguen con cárcel, que se queden encerrados por robar un pedazo de pan o un par de pescados para comer.
Ya como por arte de magia se terminó la guerra contra el narcotráfico, pero se inició un combate frontal contra el negocio del huachicol, y los resultados son evidentes, aunque es bien sabido que el negocio del combustible ilegal es una variante de la delincuencia organizada.
Las cosas no están saliendo como a todos los mexicanos les gustaría, los de la cuarta transformación hablan mucho y hacen poco, dejan solo al presidente y no muestran una estrategia clara, de seguir así, esto se avizora y pronostica una fallida administración como la guerra de Calderón.
Ah por cierto… se encendieron los focos rojos en Santa Engracia, la comunidad citrícola por excelencia de Tamaulipas, ojo, mucha atención con lo que sucede, con sus actos y las represiones de las que son víctimas. Alguien debe ayudarlos.
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