Opinión

La cara dura de la moneda

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La gente votó por un cambio verdadero y eso están teniendo. No solo se trata de combatir en huachicoleo, va más allá de lo superficial, aunque no a todos les está gustando.

El gobierno cambió las reglas de operación para acceder a los programas de apoyo al campo mexicano, según hasta al segundo trimestre del año se podría tener un diagnóstico más fino del rumbo que tomará el sector agrícola a nivel nacional. Desde de 2018, el equipo del presidente Andrés Manuel López Obrador, anunció una reducción del 26 por ciento al presupuesto en la materia, sin embargo, los trabajadores y productores de las tierras mexicas, al no saberse seguros de cuál será su destino, ya comenzaron a caer en la desesperación.

Al arranque del presente año lo que más le cala a los productores del campo, es la reducción del subsidio PROAGRO, y el nulo apoyo al precio del sorgo; también el pago 50/50 que deberán hacer para el tema de coberturas, aquí el anterior gobierno federal les facilitaba el 75 por ciento; la otra dolencia va relacionada al Seguro Agrícola, pues también recibieron un golpe directo a su bolsillo. No lo digo yo, lo dicen los agricultores y campesinos, “estamos desprotegidos”.

En este 2019, primer año de la “Cuarta transformación”, a decir de los principales involucrados, la mayoría de los apoyos son dirigidos a los pequeños productores, esas familias que apenas comienzan en el mercado agrícola y/o ganadero, teniendo en registro entre 10 y 20 hectáreas o hasta 30 cabezas bovinas; los que le siguen están prácticamente fuera de todo beneficio; por lo menos eso reclaman desde Tamaulipas, el estado mexicano famoso por las fosas clandestinas; insisto, aquí no le están entendiendo al tema, por lo que la política implementada por la 4T ya está siendo definida como asistencialista y populista.

Los agricultores de medio pelo, no se niegan a que papi gobierno ayude a los que apenas incursionan o campesinos en pobreza, no, nada de eso; solo reclaman que deben ser más cuidadosos los funcionarios federales a la hora de las asignaciones y formas de operación, porque en su afán de direccionar los fondos monetarios a los agricultores y ganaderos de menor impacto, la producción del campo mexicano podría desestabilizarse, y no solo eso, al no tener con qué garantizar los apoyos, se convertirían de inmediato en fondos federales, contrario a los que cuentan con predios o propiedades para garantizar el reembolso del subsidio, eso podría encontrar un equilibrio al gobierno de la austeridad y lo peor del asunto es que por ahora están sintiéndose ignorados.

La nueva modalidad con la que se pretende reactivar el campo de México, no está siendo del todo bien vista, los medianos, se jactan en decir que con los apoyos serán autosuficientes y sobraría producción para un siguiente periodo inmediato, además ellos van a pagar los préstamos, pues no estarán en la disposición de perder sus propiedades, y el amigo ejidatario -aunque hay de todo en la parcela del señor- no se vería preocupado por responsabilizarse de pago alguno, pues no le pueden quitar su tierra.

“Esto ya se veía venir, lo que pasa es que no quisieron escuchar… es la necedad”, dijeron casualmente los que perdieron el primero de julio.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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