La presidencia de la República, búnker estratégico de la cuarta transformación, tiene otro infiernito con la designación de los 16 directores generales de los Puertos marítimos. Los próximos encargados de las API’s, deben ser expertos en la materia, alejados de tentaciones y sin historial prianista. Una misión casi imposible.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, tiene bajo marcación personal a su titular de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, y por consiguiente al Coordinador General de Puertos, Héctor López, ya que no han podido apaciguar las fuertes mareas políticas que han tumbado y posicionado prospectos, sin que Espriú y López, me refiero a don Héctor, hayan evidenciado su capacidad negociadora por el bien de la nación.
Hace menos de un sexenio, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), no existía, hoy inexpertos y neófitos en el manejo de la Administración Portuaria, exigen una dirección general, no es tarea fácil, y su ambición tiene otra guerra política en los puertos marítimos, arriesgando el dinamismo económico de México.
Ser director general de una API, es poderosamente similar al control de un municipio, sin temor a equivocarme, el cargo es hasta más ambicioso que tener el mando de un Ayuntamiento, y lo mejor, sin estar ante los ojos del sector público, ni reflectores de los medios de comunicación, los que llegan a las API’s, se dan vuelo y la ambición termina por ahogarlos.
El juego en las aguas de México, específicamente en los Puertos, se desarrolla tan alejado de la población que los directores generales, acomodan a sus jugadores favoritos para realizar las obras portuarias, el millonario acomodo de jugadores, por no decir contratistas, es en cuadro chico, y eso es lo que pretende evitar el presidente López Obrador, sin embargo, hay quienes están mostrando el cobre.
Por ejemplo, el nombre de Jorge Cantú Fernández, había sido ventilado como próximo director general del API Altamira, puerto marítimo ubicado en la costa sur de Tamaulipas, sorpresivamente lo bajaron, parecía que cumplía con el perfil, pero la grilla de súper nivel lo bajó del barco; luego trascendió que esa cancha portuaria sería designada a Vicente Saint Martín Ochoa, nada tampoco, sus errores del pasado y los nexos millonarios con el ex gobernador priísta de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, lo ahogaron; ahora se perfila como director general el reconocido panista Ricardo Correa Chairez, sí, funcionario perfectamente identificado con los actuales vientos de cambio tamaulipeco, la fuerza política blanquiazul que comanda esta entidad y en donde los bombarderos “morenos” ya están apuntando al puerto de Altamira, pues si a Espriú y Héctor, se les ocurre dejar a Correa Cháirez, la costa con todo y puerto será incendiado.
davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608