¡Chingada madre! -fue la primera expresión, seguida del cuestionamiento ¿pues qué está pasando? -me pregunté-
-«Va estar muy difícil, ojalá aguantemos seis años, pero insisto, va a estar muy difícil».
-«No fue él, quien lo hizo la armó con tanta exactitud que lo va a meter en problemas».
El teléfono sonaba y sonaba con tanta insistencia que dejé abandonado en el sofocante y ardiente horno el pavo de la cena de Nochebuena. Fue la llamada de una de esas amistades que parece tener intervenidos a unos cuantos ¿lic, ya sabes lo de Moreno Valle? -le colgué y enseguida un solo mensaje ¿Qué le pasó a Moreno Valle?
-«Están muertos, confirmado».
No había más nada que hacer, me confirmaron la trágica noticia, esa a la que Miguel Barbosa, calificó por «error» de magnicidio, mientras los preparativos de mi pavo fueron olvidados por un instante; «chingada madre», volví a decir y recordé la noche del 24 diciembre de 2008, cuando me enteraron y enteré que mi abuelo había muerto.
Ahora el teléfono sonaba por los mensajes recibidos, eran las primeras acusaciones y señalamientos sin fundamento en contra del tabasqueño; la mayoría lo responsabilizaba de la muerte de los políticos poblanos, sin embargo, los fieles tardaron en reaccionar pero no quisieron quedarse atrás en las especulaciones.
En verdad no me di tiempo de leer todas las noticias surgidas tras el siniestro, y con las que me encontré por error, en los pocos momentos que agarre mi teléfono celular entre la tarde noche del 24 y madrugada del 25, fueron ignoradas, ni siquiera la rechifla y consignas en los funerales me obligaron a darle clic.
En mi cabeza solo retumba lo que en Estados Unidos es para el presidente Donald Trump, “Estado profundo”; y una columna periodística de Federico Arreola, de hace casi cuatro días, donde deja en el historial para la nación lo dicho por Manlio Fabio Beltrones, “Solo si le va bien a México, le irá bien a López Obrador”.
Por cierto… lo que le sucedió al matrimonio poblano, me recordó también la mala noticia del 28 de junio de 2010 , cuando en un operativo de alta precisión, un convoy mató al Dr. Rodolfo Torre Cantú, en aquel entonces aspirante priísta a la gubernatura de Tamaulipas, magnicidio registrado durante el sexenio del panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
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