Mientras la mayoría de los políticos y los aficionados, perdón los seguidores, de hueso colorado de alguno de los candidatos dirán que tal o cual es el ganador en el primer debate presidencial de la noche de este domingo, me parece que el ganador fue el nuevo formato planteado para esta presentación, además de la audiencia que generó, la cual no tiene precedente.
Nunca antes se había generado tanta expectativa por el debate y lo que dijeran los candidatos, ya sea por el morbo de lo que harían contra Andrés Manuel López Obrador, o bien esperando el error o el detalle que sirviera para hacer un meme y compartirlo en redes sociales.
Toda esto provocará que todavía más personas estén al pendiente del segundo debate, pues no faltará que el despistado que no estuvo al pendiente, lo haga para por lo menos no perderse en la plática posterior o de los grupos de chat y sentirse integrado y saber de lo que se habla.
De manera indirecta se conocerá al menos algo básico de las propuestas de los candidatos, y se espera que esta información sirva para iniciar la formación de un criterio de cada persona para que se involucre más en conocer los ideales de cada uno de ellos y emitir su voto el primero de julio. Al menos espero que así sea.
Sobre el formato, ayudó mucho la apertura del Instituto Nacional Electoral (INE) para cambiar el acartonamiento del anterior debate presidencial y permitir que se hicieran preguntas en el momento.
Reconocer también el acierto de los moderadores, quienes también aderezaron la noche con preguntas directas que permitieron a los espectadores ver la forma en que reaccionaban a esta sorpresiva pregunta.
Sin duda alguna que este nuevo formato ayudó mucho a que creciera el interés de la audiencia y que se quedaran, al menos la mitad del tiempo de debate o incluso un poco más, atentos a lo que decían Jaime Rodríguez, Andrés Manuel López, Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Margarita Zavala.
