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Los veinte puntos de ventaja que tiene en las encuestas Andrés Manuel López Obrador, aunados a la presunta estrategia para cuidar el voto y la organización que presume respecto a la operación política para estas elecciones, parecen tener más que espantados a los candidatos del Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), al igual que a los integrantes de sus respectivos equipos de campaña.

Mientras que el Peje, comenzó a reconstruir una nueva relación con el Instituto Nacional Electoral (INE), dándole su voto de confianza a todas las instituciones del país; el priísta Meade, dice sí a las pensiones para ex presidentes y Anaya, insiste en bajar el impuesto al valor agregado fronterizo; la ex panista Zavala, se mantiene en la necesidad de homologar el IVA y no sólo eso, dijo que ya es tiempo para que «se deje de engañar» al electorado con este tipo de propuestas que hacen sus contrincantes, porque finalmente son facultad del Congreso.

En el actual periodo electoral en el que se disputan más de 3 mil 400 cargos a nivel local y federal, incluyendo la súper silla que dejará Enrique Peña Nieto, los 128 lugares del Senado, y las 500 butacas para Diputados, como le dije en un principio, o tiene espantados a los priístas o están preparando un gran viraje para posicionar como primero a José Antonio, de ser la segunda opción debe ser algo realmente sorprendente, ya que entre los ciudadanos el Peje parece no tener rival; por lo que solo algo similar a lo que le tocó a Luis Donaldo Colosio pudiera frenarlo, pero la diferencia con Andrés Manuel, es que luego de la derrota en el Estado de México cuando ganó Alfredo del Mazo, primo de Enrique Peña, y con estos discursos mesurados en campaña, el Peje emite señales claras de que puede, quiere y sabe mantener quieto al tigre hambriento de venganza política, con todo esto y sus virtudes de negociador ¿será que Andrés a estas alturas ya se convirtió en el Plan «B» los priístas?

Lo anterior se asoma en entidades como Tamaulipas donde no existe interés alguno del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI por apoyar a los tamaulipecos, ni en esta campaña, ni desde antes, pero esto se le puede revertir al candidato José Antonio; por ejemplo, cuando se le cuestionó a la aspirante al Senado, Yahleel Abdalá, sobre si se veía legislando junto a López Obrador, respondió, “yo me veo cabildeando siempre a favor de los ciudadanos y de los tamaulipecos”, pero no afirmó que junto a Meade Kuribreña, señal contundente de una resignación sobre la posición que tiene actualmente “Mid”.

Ahora otro ejemplo; ayer domingo se registró ante el Instituto Electoral de Tamaulipas (IETAM), la alcaldesa priísta María Magdalena Peraza Guerra, quien busca la reelección por Tampico, dijo en su discurso que ganarán pese a las amenazas e intimidaciones del Gobierno de Tamaulipas, aunque la maestra Magdalena es el último factótum viviente tras haber ganado una presidencia municipal bajo las siglas del PAN en 2010, luego entregó la administración al priísta Gustavo Torres en 2013 y regresó a presidir Tampico en 2016, convertida nuevamente en priísta cuando el candidato a gobernador tricolor era Baltazar Hinojosa Ocho, sus candidatos al congreso local Francisco Bolado y Mónica Villarreal perdieron ante los vientos de cambio, comandados por el ahora todopoderoso de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, ¡correcto! Magdalena que fue la única priísta que se mantuvo de pie ante la embestida cabecista y ahora, no solo le reclama que Tampico ya está en construcción y que su candidato Jesús Nader, es un improvisado que pretende convertirse en alcalde, Magdalena nos dice en su discurso que José Antonio va a ganar, para ser bien claros, en Tamaulipas, no existe el nombre de Meade en la mente de los candidatos.

Por ahora Magdalena Peraza contra el gobernador Cabeza de Vaca, una disputa que lleva años, desde los tiempos de Eugenio Hernández, o un amasiato político tan escondido como los amantes que tiene a todos espantados.

davidcastellanost@hotmail.com

 

Opinión

Que se sienta la…

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En Tampico, las autoridades locales  anuncian el reforzamiento de la seguridad por la temporada navideña. La alcaldesa Mónica Villarreal Anaya insiste en que la tranquilidad de las familias es prioridad, y subraya coordinación, planeación y cercanía con la ciudadanía. Se habla de presencia policiaca, de vigilancia en zonas comerciales, turísticas y bancarias; se presume trabajo entre Guardia Nacional, SEDENA, Guardia Estatal, Protección Civil y Bomberos. Todo suena bien, y se escucha institucionalmente correcto… pero en materia de seguridad, los anuncios no bastan.

Porque si en Tampico (claro, se incluye al municipio de Altamira y Ciudad Madero), queremos hablar de confianza social real, no de operativos estacionales o discursos que se encienden únicamente cuando el calendario exige resultados. La seguridad no es campaña decembrina, ni comodín de temporada -aunque Erasmo y Armando, así lo crean- es una obligación permanente del Estado y un derecho de las familias del sur de Tamaulipas. No basta con decir que hay coordinación, hay que demostrarla en hechos visibles y continuos, porque los robos y asaltos bancarios y locales comerciales provocan cuestionamientos a los presuntos patrullajes constantes, a la respuesta inmediata, a las estrategias medibles, y esa prevención real y políticas que sobrevivan a la euforia navideña como dictan los discursos oficiales.

Es cierto, la temporada implica mayores riesgos; más gente, más dinero circulando, más movilidad, más oportunidades para el delito. Pero justo ahí está el verdadero reto: garantizar que lo que hoy se presume como un operativo robusto no se diluya en enero, no se apague cuando regresen las rutinas, ni se convierta en recuerdo bonito del “dispositivo navideño”. La seguridad debe sostener la ciudad todos los días, no sólo cuando llegan paisanos o turistas.

Pero ante todo eso, a Mónica no le tiembla afirma tener una estrategia sólida, entonces esa solidez debe percibirse en la calle, en los semáforos, en los estacionamientos, en los centros comerciales, en las colonias populares y en las zonas residenciales. Ella sabe que es parte del trabajo diario que debe sentirse a las tres de la tarde y a las tres de la mañana. Comprende que debe notarse no sólo en cifras oficiales, sino en la tranquilidad cotidiana de la gente. Porque la seguridad verdadera no se mide con boletines, no, se mide con la paz con la que las familias salen, caminan, compran, conviven… y regresan a casa sin miedo.

En la intimidad… Mientras se habla de seguridad hacia afuera, también hay esfuerzos que buscan reconstruir desde adentro. El Instituto Tamaulipeco de Capacitación para el Empleo (ITACE) lleva formación técnica y humana a las Personas Privadas de la Libertad en los CEDES de Tamaulipas. Gracias a un convenio con la Secretaría de Seguridad Pública, hoy en los centros de Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Victoria y Altamira se imparten cursos de barbería, idiomas, habilidades digitales, primeros auxilios, electricidad, belleza y más, apostándole a lo que pocas veces se mira con seriedad: la reinserción social.

Con inversión compartida entre Federación y Estado, con infraestructura fortalecida, nuevas aulas y una ruta sostenida de capacitación, los números cuentan una historia distinta: más cursos, más beneficiarios, más personas preparándose para reescribir su vida cuando recuperen la libertad. No es caridad; es política pública inteligente. Porque un sistema penitenciario que educa y capacita es una apuesta directa a reducir la reincidencia y, por ende, a mejorar la seguridad que todos exigimos allá afuera.

Si de verdad queremos un Tamaulipas más seguro, hay que mirar la calle… pero también la celda. Hay que exigir resultados inmediatos, sí; pero también reconocer cuando se siembra a largo plazo. En la seguridad, como en la vida, nada se construye de la noche a la mañana: se trabaja, se sostiene y se honra… todos los días.

davidcastellanost@hotmail.com
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Opinión

Entre sanciones, premios y silencios

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Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com

La creciente tensión entre Estados Unidos y Venezuela ha vuelto a colocar a
América Latina frente a una discusión que nunca termina de resolverse: ¿hasta
dónde llega la soberanía de los países? y ¿cuándo la comunidad internacional
decide intervenir, directa o indirectamente, en nombre de la democracia o la
seguridad?. La decisión del gobierno estadounidense de endurecer el bloqueo a
embarcaciones petroleras venezolanas no es solo una medida económica; es una
acción con profundas consecuencias políticas y humanitarias.
En este escenario, las declaraciones de la presidenta de México, Claudia
Sheinbaum, adquieren un peso especial. Su llamado a la Organización de las
Naciones Unidas para evitar un derramamiento de sangre y su insistencia en una
solución pacífica no son simples gestos diplomáticos. Provienen de una figura con
poder político real, de un país con tradición histórica de no intervención y con
autoridad moral en la región. Cuando México habla, no lo hace desde la
marginalidad, sino desde una posición que puede influir en el rumbo del debate
latinoamericano, principalmente en medio de un panorama con cambios recientes
entre los mandatarios de otros países.
La importancia de estas posturas radica en que ayudan a marcar límites. En un
contexto donde las decisiones de Estados Unidos suelen imponerse por su peso
económico y militar, una voz que apela al multilateralismo y a la diplomacia sirve
como contrapeso. Sin embargo, también expone una tensión interna: defender la
no intervención sin proponer mecanismos más activos puede convertir ese
principio en una postura pasiva frente a crisis prolongadas como la venezolana.
El reconocimiento internacional a María Corina Machado con el Premio Nobel de
la Paz suma una nueva capa al conflicto. El galardón visibiliza la lucha por los
derechos humanos y la democracia en Venezuela, pero también plantea
preguntas incómodas. En el pasado, los discursos de “liberación” y “defensa de la
democracia” han sido utilizados para justificar acciones militares o sanciones que
terminan afectando a la población civil más que a los gobiernos en el poder. El
Nobel, en ese sentido, puede ser un símbolo de esperanza, pero también un
elemento que algunos actores internacionales usan para reforzar agendas propias.
Aquí es donde la experiencia reciente obliga a mirar con cautela. Julian Assange,
fundador de WikiLeaks, documentó y denunció crímenes de guerra cometidos por
Estados Unidos en conflictos como Irak y Afganistán. Sus revelaciones mostraron
cómo, bajo el discurso de seguridad y libertad, se cometieron abusos graves que
costaron miles de vidas civiles. Recordar estas acusaciones no es un ejercicio del
pasado, sino una advertencia: la intervención extranjera rara vez es neutral o
desinteresada.

Por lo anterior Assange hace una acusación directa ala fundación Nóbel, pues
desde su perspectiva el reconocimiento a María Corina Machado puede reforzar
que se cometan “ crímenes de guerra” en lugar de fortalecer la paz, lo cual se
opone a la misión original del Nóbel, pues la premiada ha incitado de alguna forma
al gobierno de Trump para la intervención no pacífica en Venezuela.
Por eso, la postura de México no puede limitarse a declaraciones bien
intencionadas. Su liderazgo regional debería traducirse en propuestas concretas:
impulsar procesos de mediación reales, fortalecer canales humanitarios y
promover espacios donde la solución no dependa de sanciones unilaterales ni de
amenazas veladas. La diplomacia, cuando es activa y consistente, también es una
forma de ejercer poder.
La crisis venezolana no admite respuestas simples. Estados Unidos presiona
desde la fuerza; la oposición busca respaldo internacional; el gobierno de Maduro
se aferra al control interno. En medio, millones de personas civiles e inocentes,
viven las consecuencias. En ese contexto, las palabras de líderes como Claudia
Sheinbaum importan porque ayudan a definir qué tipo de región quiere ser
América Latina: una que repite discursos sin efecto o una capaz de construir
soluciones propias.
La pregunta que queda abierta no es solo qué pasará con Venezuela, sino si los
países de la región, México incluido, están dispuestos a asumir un papel más firme
y coherente para que la paz deje de ser solo una declaración y se convierta en
una política real.

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Opinión

Obra pública que se pisa… y poder que se construye

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La obra pública no se presume, se camina. Y en Tampico, al cierre de 2025, el Gobierno municipal parece haber entendido esa lógica con puntualidad quirúrgica. Un paquete extraordinario de obras que ronda los 196 millones de pesos, traducido en al menos 70 procesos licitatorios en ejecución, no es un dato menor.

El secretario de Obras Públicas, José Rogelio Ontiveros Arredondo, ha sido claro en la transparencia de la información al precisar que los trabajos avanzan conforme al calendario y varias vialidades estarán listas antes del 31 de diciembre. Otras, correctamente, cumplen primero con la introducción del sistema hidrosanitario, ese paso incómodo pero indispensable que durante años fue omitido y que convirtió muchas calles en parches temporales condenados al colapso.

La calle Irak, en la colonia Solidaridad, Voluntad y Trabajo, es más que una obra podríamos considerarla un símbolo. Una zona históricamente castigada por encharcamientos y abandono hoy aparece en la lista de prioridades del cierre de año.

El mensaje político es evidente y lo entienden los tampiqueños, el presupuesto se está convirtiendo en calle, drenaje y concreto, no en discursos. Y lo que sigue no es menor. Ontiveros Arredondo anticipa que 2026 será un año de mayor inyección de recursos para la infraestructura urbana, respaldado por un Presupuesto de Egresos aprobado por el Cabildo que prioriza pavimentaciones, redes hidrosanitarias y modernización vial.

Aquí está el punto fino de todo el asunto. No se trata solo de gastar más, sino de invertir con método, de sostener el ritmo y consolidar lo avanzado. La instrucción de la alcaldesa Mónica Villarreal Anaya ha sido clara: trabajo continuo, coordinación interinstitucional y arranque de año sin pausas. Ese es el tipo de disciplina administrativa que suele marcar la diferencia entre un trienio correcto y uno que deja huella.

Con este paquete de obras, el Gobierno municipal cierra 2025 con resultados tangibles, a partir de este periodo decembrino la política cambia de tono; deja de ser promesa y empieza a ser advertencia de cara a lo que sigue.

En la intimidad… Mientras las retroexcavadoras avanzan en las colonias, en otro plano —menos visible pero igual de decisivo— Mónica Villarreal Anaya mueve piezas en la mesa federal. Esta semana, la Presidenta Municipal sostuvo una reunión de trabajo en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para gestionar recursos federales extraordinarios que fortalezcan la infraestructura social y turística de Tampico.

Acompañada por la secretaria de Finanzas del Ayuntamiento, Silvia Santamaría Góngora, la alcaldesa dialogó con Fernando Renoir Baca Rivera, Jefe de la Unidad de Coordinación con Entidades Federativas de la SHCP. El encuentro se centró en la presentación de proyectos y estrategias orientadas a atender sectores prioritarios y reducir desigualdades sociales que aún persisten en el municipio.

La alcaldesa fue directa: “Estamos trabajando de manera permanente para atraer recursos que fortalezcan la infraestructura social y turística en Tampico, ampliando las capacidades municipales para la cohesión social y la prosperidad compartida”. Detrás de la frase hay un mensaje político claro: quien no gestiona, se estanca.

Villarreal Anaya subrayó la importancia de llevar proyectos sólidos, viables y con rendición de cuentas, condición indispensable para acceder a esquemas de financiamiento federal extraordinario. No es improvisación; es planeación con visión de continuidad.

Y aquí conviene decirlo sin rodeos;  si Mónica Villarreal le saca provecho al Presupuesto 2026 que ella y su equipo han armado, si mantiene el ritmo de obra, la disciplina financiera y la gestión federal que hoy exhibe, terminará de afianzarse en la silla del poder municipal como ya lo ha hecho en varios frentes.

Que se cuiden todos y todas. La alcaldesa tiene trayectoria hecha, incluso desde mucho antes de algunos “adelantaditos” que hoy levantan la mano sin haber puesto un solo metro de pavimento. Y si en los próximos meses comienzan a verla mencionada en la lista de la sucesión a la grande, que nadie se sorprenda. En política, cuando la obra camina y el presupuesto responde, el poder —tarde o temprano— también avanza.

davidcastellanost@hotmail.com

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Opinión

Dámaso Anaya debe salir de la UAT

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Con estos de la 4T la educación pública suele ser el primer blanco del recorte, la simulación o la inercia burocrática, pero, la Universidad Autónoma de Tamaulipas acaba de colocar un punto y aparte que merece leerse con atención. Como señal política, académica e institucional.

El rector de la UAT, Dámaso Anaya Alvarado, informó un hecho inédito el 100 por ciento de los programas educativos de la Universidad están acreditados en calidad. No es una cifra hueca ni un reconocimiento decorativo. Es, en términos estrictos, la certificación de que toda la oferta académica cumple estándares nacionales y externos de evaluación, pertinencia y actualización ¡histórico!

Conviene recordar el punto de partida. Cuando Anaya asumió la rectoría, la UAT venía de un momento de empuje por recuperar su grandeza, pero, la Universidad tenía 89.9 por ciento de programas acreditados, lo que permitía que 94.4 por ciento de la matrícula cursara estudios reconocidos por su calidad. No era un mal escenario, pero sí uno incompleto. La diferencia entre avanzar y conformarse está, muchas veces, en la decisión política de cerrar brechas.

La apuesta fue clara desde el inicio, acreditación total.  No como consigna, sino como meta medible. En apenas dos años, la administración rectoral impulsó una estrategia integral de evaluación académica, mejora continua y fortalecimiento institucional que involucró a directores, docentes y personal administrativo. Nada se logra en solitario dentro de una universidad de este tamaño.

El propio rector lo ha dicho sin rodeos este avance es uno de los logros más significativos de su gestión. Y lo es porque garantiza algo elemental que suele olvidarse en el discurso educativo todos los estudiantes, sin excepción, cursan hoy programas evaluados, pertinentes y alineados a las exigencias del sector productivo y social.

Hay otro elemento que no debe soslayarse. Este resultado también refleja respaldo institucional y político del Gobierno del Estado. Cuando la educación se asume como eje de transformación y no como trámite administrativo, los resultados suelen aparecer. Aquí no hay milagros,  hay coordinación, seguimiento de indicadores y decisiones sostenidas.

La acreditación al 100 por ciento no es el punto final, pero sí un piso más alto desde el cual exigir más. Más investigación, mayor vinculación, mejores condiciones laborales y un impacto social que trascienda las aulas. En ese sentido, la UAT manda un mensaje claro; el de quiere ser —y competir como— la institución de educación superior más sólida del estado, por eso, Dámaso ya o muy pronto debe tener una encomienda mayor.

En la intimidad… Mientras la educación consolida estándares, Hidalgo, Tamaulipas, se prepara para jugar en otra liga: la del turismo religioso con visión de desarrollo. La inauguración de la Virgen de la Misericordia, una escultura monumental de más de 32 metros en El Chorrito, no es solo un acto de fe; es una estrategia territorial.

Esta obra atraerá a miles de peregrinos, pero también generará empleo, activará economías locales y detonará un desarrollo sostenible. No es un discurso voluntarista. La dependencia elaboró un análisis con base en series históricas y proyecciones reales.

“No es solo una proyección, es la prueba de que, cuando trabajamos unidos y con profesionalismo, convertimos nuestra riqueza cultural y natural en prosperidad real y duradera para todos”, explicó el funcionario. Los números acompañan el optimismo más de 65 mil visitantes estimados al cierre del año.

Las Rutas Cultural y de Naturaleza, acompañadas por este nuevo santuario, apuntan a experiencias auténticas que conectan fe, territorio y comunidad. Hernández Rodríguez lo resumió así: “El futuro del turismo en nuestro estado está despegando como nunca, gracias al impulso del gobernador Américo Villarreal Anaya, con más seguridad, infraestructura, conectividad y servicios”.

La Virgen de la Misericordia se perfila, así, como el nuevo corazón espiritual y turístico del noreste mexicano. Y en el fondo, el mensaje es el mismo que en la Universidad: cuando hay planeación, respaldo y visión, los proyectos dejan de ser promesas y empiezan a ser destino.

davidcastellanost@hotmail.com
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