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Alberto Idem

El llamado «Nuevo PRI», que nos vienen queriendo recetar desde la primera etapa del Partido Revolucionario Institucional como oposición, es decir: desde hace ya dos sexenios, parece que ahora sí, por fin, comienza a tomar forma en la figura de una reforma estatutaria que abre las piernas, perdón: las puertas de ese instituto político, cual arco triunfal en ángulo de 90 grados y hacia arriba (como carátula del reloj de manecillas marcando las 9), a los personajes externos, esto es, a los ciudadanos sin filiación priísta, hayan pertenecido o no a otras corrientes partidistas.  Y, por esas cosas de la vida, los viejos dados de este nuevo sistema, o método, o como se le quiera llamar, se cargan de pronto hacia un solo posible presidenciable inminente, si acaso casi tapado, como antaño, solamente por los nombres de otros dos o tres prospectos: el joven, el viejo y el lobo de mar, que no es tan niño como Nuño, ni tan viejito como Narro, pero es priísta, y sirve para jugarle al enmascarado de la democracia al interior del tricolor.  Al menos para que el dedo que apunta a José Antonio Meade, el Secretario de Hacienda y exsecreatrio de otras dependencias del actual gobierno priísta, y otrora Secretario de Hacienda y exsecretario de otras dependencias de los anteriores gobiernos panistas, no resulte tan obvio.

 

El llamado «Viejo PRI», que representaba en primerísimo lugar la figura del intocable presidente imperial del que habló Krauze (como el águila imperial que tanto gusta a los melancólicos izquierdosos de hoy en día), parece, en la actualidad, más vivo que nunca, aunque paradójicamente se encuentre vivito y coleando afuera del mismo PRI.  Cual si se tratase de uno de esos muertos vivientes presentes desde hace mucho en las películas de Hollywood que los han dado en llamar zombies, el nuevo Viejo PRI avanza, aunque lo veamos cayéndose a pedazos y todo cada vez que hay desbandada o que uno de sus principales soportes, como Ricardo Monreal Ávila, el expriísta y exgobernador zacatecano por el PRD, amenaza con irse con su música a otro partido que no sea ese dizque Movimiento de Regeneración Nacional inventado para sí y sólo para sí por un Andrés Manuel López Obrador que no buscaba, con la creación de Morena, propósito mayor que el de ser por tercera ocasión consecutiva sin que nada ni nadie, ni procedimiento democrático alguno ni opositor ninguno, impidiera tal abanderamiento.  En ese nuevo Viejo PRI llamado Morena caben, eso sí, los viejos políticos dinosaurios de la antigüedad más tristemente recordada: desde un Manuel Bartlett Díaz, aquel que capitaneó la famosa caída del sistema que por artes de magia priísta hizo perder en un abrir y cerrar de ojos al que iba arriba en el conteo de votos hace casi 30 años (Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano) para hacer ganar a Carlos Salinas de Gortari, hasta cualquier empresario prestanombres de este último.  Y cuidadito con que alguien se atreva a poner en duda el método del dedazo que aplica ya «El Peje» adentro de Morena, como lo hacían los presidentes de la república en aquella primera y larguísima etapa del PRI al frente del gobierno federal, porque de inmediato se le aplica el amague o simplemente se le invita a abandonar las filas de ese partido de manera indirecta pero más que clara, que para eso sabe dónde están las puertas por las cuales fue invitado o invitada a entrar.

 

Pues bien: la elección presidencial del año 2018, el que viene en un par de bimestres, podría decidirse entre ese viejo Nuevo PRI, el de ahora, y ese nuevo Viejo PRI al que llaman Morena.  Algo sumamente irónico, porque ello implica que los electores no tendrían enfrente, para elegir, más que una sola sopa: la de siempre y la de siempre, pero en diferentes empaques, para no decir «presentaciones».  Porque de los verdaderos adversarios, los que sí les representarían un auténtico problema ya durante el proceso electoral a ambas opciones, al viejo Nuevo PRI y al nuevo Viejo PRI, ya se está encargando, y en serio, el sistema político de siempre: al joven carismático líder del partido que ya le arrebató la presidencia al PRI a lo largo de doce años, le han sacado de la chistera una colota más larga que la del 65 y más.  Al exgobernador de ese mismo partido, un partidito de la chiquillada que ha sobrevivido a la extinción por falta de votos y a los embates del INE le está haciendo ya su campaña negativa, poniendo entre las víctimas de un espionaje endilgado a Rafael Moreno Valle (¡qué causalidad!) a una Margarita Zavala diosa de la cumbia calderonista que no pocos odiarían ver en el poder, y por ende evitarían votar por ella en la constitucional, y a un Meade que cada día es publicitado más, aunque se lo haga extraoficialmente, como el elegido del olimpo priísta.  Y un viejo expriísta que ganó como candidato independiente la gubernatura neoleonesa hace dos años ya se encarga también de hacer su parte para allanar el camino al inminente regreso del viejo Nuevo PRI o del nuevo viejo PRI, al decir que difícilmente habrá acuerdo entre PAN y PRD, de los que jamás ha formado él parte, para darle la pelea a cualquiera de las dos versiones del mismo sistema que ha gobernado México por más casi 90 años, ya sea apostado en la presidencia imperial, o en calidad de gran fuerza virreinal desde los estados.

 

 

Opinión

Zoé Robledo Aburto ya cavó su tumba

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El funcionario federal cruzó la línea que nadie en el sector salud, ni de ningún orden de gobierno o dependencia debería siquiera atreverse a mirar. El director general del IMSS decidió minimizar la crisis que ellos provocaron y se burló del sufrimiento con una frase que exhibe la fractura moral y política en la que vive el siempre disfrazado de guerrillero barato: “la solución es no enfermarnos”.

La declaración refleja no solo la incapacidad técnica, sino el profundo desdén hacia millones de derechohabientes que todos los días enfrentan pasillos saturados, farmacias vacías, médicos exhaustos, negligencias documentadas y una maquinaria burocrática que trata la salud como un trámite y no como un derecho constitucional.

Los derechohabientes escucharon esta frase por todo el país como lo que es, una provocación. Una serpentina y confeti al ataúd de quienes entierran familiares porque el medicamento nunca llegó. Una ofensa a quienes ven deteriorarse a un ser querido en un hospital que se cae a pedazos mientras el director general presume un supuesto “97% de surtimiento”.

La realidad contradice cada una de sus palabras. Familias enteras recorren farmacias privadas para conseguir antibióticos, analgésicos, antihipertensivos o insulina. Los pacientes con cáncer se enfrentan a periodos de desabasto que comprometen sus tratamientos. Madres y padres pagan de su bolsillo lo que el Estado ya descontó de su salario. En el IMSS, las cifras son argumentos de escritorio; el dolor es de carne y hueso, y para Zoé, una carcajada.

Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, quien sostiene a Robledo en el cargo lo hace con plena conciencia del daño y del mensaje que envía al país; la salud pública va a seguir administrándose con soberbia, simulación y desprecio hacia quienes dependen de ella. El director general del IMSS no solo deshonra la institución que dirige, también deshonra la memoria de quienes no sobrevivieron al abandono institucional, y de paso, se la lleva a usted y a todas entre su verborrea, porque aquí en México la presidenta con “a”, es la que manda, o qué, acaso es la débil de la que habló hace días  Andrés Manuel ¿será?

En la intimidad… Mientras tanto, en Tamaulipas, la indignación se multiplicó. El martes por la noche, los fieles al líder sindical del SNTSS, Jorge González Ortiz, coronaron el absurdo. Tomaron las instalaciones del Hospital General Regional No. 6 en Ciudad Madero para celebrar una posada y el encendido de un pino navideño con juegos pirotécnicos, en plena explanada del hospital.

Bloquearon accesos, impidieron el paso de camillas y sillas de ruedas, colocaron carros alegóricos y montaron un festejo que hubiera sido normal en una plaza pública, no en un hospital donde cada minuto puede significar la vida de un paciente. La derechohabiencia lo vivió como una burla. Una fiesta sindical mientras adentro se lucha por la salud y la vida.

Ese desorden ocurrió ante la burla a las autoridades civiles y militares, porque aseveran que existe un pacto de impunidad que sostiene al sindicato, a su líder y a quienes desde la oficina central del IMSS permiten estos atropellos, lo más grave, es que en los pasillos se comenta que el director de Protección Civil de Ciudad Madero, Ricardo Aguirre, podría ser removido. No por incompetencia, sino porque su superior, Erasmo González Robledo, presidente municipal de Ciudad Madero, es amigo cercano de Zoé Robledo Aburto. Y cuando los intereses sindicales chocan con el interés público, ya sabemos quién pierde.

El IMSS está lastimado. Lo hieren sus directores, lo hieren sus líderes sindicales, lo hieren quienes deberían cuidarlo. La indignación social no es una moda: es el grito acumulado de un México cansado de que la salud sea un privilegio para pocos y un suplicio para millones.

La noche de la posada en el HGR 6 de Madero fue un retrato exacto del deterioro institucional. El personal sindicalizado se entregó al festejo sin medir riesgos ni consecuencias.

Pirotecnia detonada a metros de pacientes, música a todo volumen, bloqueos improvisados.

Los familiares de los pacientes quedaron relegados, y quienes necesitaban pasar con sillas de ruedas o camillas tuvieron que esperar porque la prioridad no era la salud, claro,  era el lucimiento del líder sindical Jorge González Ortiz.

Lo ocurrido no fue una fiesta desmedida, fue una ofensa directa a los enfermos, a sus familias y a los trabajadores que sí cumplen con su deber.

Así funciona el IMSS de hoy en el Segundo Piso de la 4T con un director general que recomienda “no enfermarse” y un sindicato que celebra como si nada pasara.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

Seguridad, inteligencia y la encrucijada

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La reciente baja en los homicidios dolosos en Tamaulipas no debe interpretarse como una estampita de triunfo o como esas estrellitas que pone en la frente de los niños la maestra del kinder, no, esas estadisticas se deben asumir como una tregua frágil que exige inteligencia real, reformas quirúrgicas y un entendimiento profundo de cómo muta la criminalidad en el noreste de México.

Entre enero y octubre de 2025, la entidad redujo en 43.2 por ciento su promedio diario de asesinatos. Un descenso significativo, sí, pero que no necesariamente refleja desarticulación criminal, sino ajustes tácticos, reacomodos y nuevas formas de operar. La violencia dejó de anunciarse con estruendo; ahora se mueve con sigilo, logística, drones, uno que otro coordinador de la policía estatal de la Secretaría de Seguridad Pública.

Por eso es que el gobernador Américo Villarreal Anaya no dudó en declarar que su administración mantendrá y ampliará la inversión en sistemas de inteligencia, acompañada de modificaciones legales que buscan cerrar espacios de impunidad. Son movimientos necesarios. La tipificación del simple hecho de portar ponchallantas y la prohibición para que chatarrerías reciban cobre sin acreditar origen apuntan a desmantelar engranajes que facilitan otros delitos, pero además, es un duro golpe a las finanzas delincuenciales.

Pero el desafío no está en las leyes, sino en su ejecución. Tamaulipas enfrenta un crimen organizado que ya no solo controla territorios, aunado a ello, administra economías paralelas, compra voluntades y se infiltra en mercados aparentemente inocuos. Los decomisos recientes de drones utilizados por grupos criminales exhiben que la disputa territorial ahora tiene componentes tecnológicos que requieren una inteligencia más sofisticada que el simple patrullaje, y qué decir de la banda de hampones que tenia un call center para extrosionar desde el CEDES Reynosa, en fin.

La Mesa de Seguridad, el enlace con el Congreso y la interlocución con el diputado Humberto Prieto Herrera pueden acelerar los ajustes normativos, pero el verdadero camino es más profundo todavía; se trata de cortar el financiamiento criminal, blindar los mercados vulnerables, reforzar capacidades municipales y profesionalizar cuerpos policiales que todavía dependen más de la intuición que de la analítica, por eso mismo, el estulto que pretenda municipalizar las policias no es más que un emisor de la delincuencia, y si no lo es, eso indican sus intenciones.

Bajar la incidencia es un logro, pero, mantener la gobernabilidad, un reto que no cualquiere puede en Tamaulipas, y sobre todo, construir paz es la  gran deuda de todos.

 En la intimidad… Mientras la agenda pública gira en torno a drones, normativas y mesas de seguridad, lejos de los reflectores el rector Dámaso Anaya Alvarado empuja una transformación igual de importante, aunque menos estridente, “El Plan de Cultura de Paz 2026”, de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.

Talleres en facultades, diagnósticos participativos y la mano directa de la Defensoría de los Derechos de los Universitarios están delineando un documento que busca algo que el sector público suele olvidar: escuchar primero, actuar después.

La UAT quiere fortalecer la convivencia, asegurar entornos libres de violencia, atender la salud emocional y reforzar una cultura de igualdad y no discriminación. Es un movimiento lento, académico, profundamente humano, pero necesario para cualquier estado que aspire a consolidar paz más allá del discurso.

A veces, mientras la seguridad se discute en mesas estratégicas, la paz verdadera se está construyendo en un salón de clases.

Por cierto, ahora si que se pusieron de acuerdo porque la tercera de los Villarreal, me refiero a la Presidenta Municipal de Tampico, Mónica Villarreal Anaya, encabezó este lunes la Ceremonia Cívica de Honores a la Bandera en la Escuela Secundaria General No. 4 “Andrés Araujo Araujo”, donde además dio inicio la segunda etapa del Programa “Salud Socioemocional”, iniciativa orientada a fortalecer el bienestar emocional y la sana convivencia entre estudiantes.

La alcaldesa destacó la importancia de dar continuidad a este programa, impulsado por el Ayuntamiento de Tampico en coordinación con la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (FADYCS) de la UAT, con el apoyo de estudiantes de la Licenciatura en Psicología.

“Estamos convencidos de que el bienestar emocional de nuestras y nuestros jóvenes es fundamental  para construir una ciudad más unida, empática, y con mejores oportunidades. Por eso, este programa beneficiará a un promedio de 8, 144 alumnos y ampliando su cobertura a 638 docentes de trece secundarias publicas de nuestro municipio», expresó.

La autoridad municipal reiteró el compromiso de su administración con la educación, señalando que se continúa apoyando a las escuelas en necesidades como equipamiento de aires acondicionados e impermeabilización, al considerar que la educación es clave para el desarrollo de Tampico.

En su intervención, la directora de la FADYCS, Dra. Elda Ruth de los Reyes Villarreal, subrayó que se está brindando atención integral a la salud mental desde la adolescencia hasta la etapa adulta, y que Tampico es el primer municipio en recibir este programa, con la intención de extenderlo posteriormente a otras localidades.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

AMLO vuelve con Grandeza

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Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com
Andrés Manuel López Obrador vuelve a los titulares, pero no solo como una figura política ni como el ex presidente de México. Vuelve como escritor con la obra titulada “Grandeza”, el primero de una serie dual, cuya continuación se titulará “Gloria”. Podríamos hablar de su ejercicio literario en sí, sin embargo, más allá de su contenido, ha reactivado conversaciones sobre su presencia pública y sobre los temas que siempre han atravesado su discurso: la identidad nacional, las raíces

indígenas y la disputa constante por la narrativa política del país.

El regreso de AMLO, marca el escenario nacional, en medio de fuertes cuestionamientos al poder, movimientos nuevos surgiendo desde la inconformidad, no es casualidad que reitere su proceso de jubilación, pero también el constante apoyo al mando en turno, pues sostiene que volvería a las calles si la soberanía o la democracia se vieran amenazadas o para defender a Sheinbaum

de un golpe de Estado.

Lo primero que salta a la vista es que López Obrador vuelve uniéndose a una larga tradición de políticos que escriben para interpretar su paso por el poder. Sin embargo, en su caso, la intención parece ir más allá del balance gubernamental. Desde el título mismo, “Grandeza” apunta a la búsqueda de un relato sobre México que reivindique la fuerza moral del pueblo, especialmente de aquellos que han sido históricamente invisibilizados. Aquí, AMLO retoma uno de los ejes centrales de su discurso: la reivindicación de los pueblos indígenas como base ética y cultural del país.

Este punto merece detenernos. México presume su diversidad cultural, pero la mayoría de sus políticas, instituciones y espacios de visibilidad siguen operando desde parámetros occidentales. AMLO insiste en mirar hacia las raíces indígenas no solo como un acto de reconocimiento, sino como una apuesta de futuro. La pregunta es si esta insistencia realmente se traduce en políticas transformadoras o si queda en el terreno simbólico. Lo cierto es que, en un país que suele desplazar a los pueblos originarios a un plano folclórico, cualquier llamado a asumir su vigencia política y cultural es necesario, incluso cuando viene acompañado de controversias.

La visibilidad de las culturas indígenas hoy importa porque pone en tensión  nuestra forma de entender el desarrollo. En tiempos en los que seguimos midiendo el progreso por indicadores económicos, recordar que existen otras formas de organización social, otras maneras de relacionarnos con la tierra y otras narrativas de comunidad, resulta un gesto revolucionario. Este recordatorio, aunque provenga de una figura política, con un posicionamiento claro de izquierda, tiene fuerza simbólica y debería ser tomado en cuenta por cualquier administración presente o futura.

Poner atención a las culturas y pueblos indígenas es centrarnos también en el origen de México, pues la cosmovisión de cada cultura también abre panoramas de diálogo hacia nuevas formas de organización e incluso de autocuidado. Estas perspectivas nos ayudarían a vislumbrar otras maneras de llevar a cabo lo que hoy entendemos como progreso.

Ahora bien, ¿qué significa políticamente la aparición de AMLO en este momento? Su libro funciona como un recordatorio de que sigue ahí, observando, opinando, moldeando. No es un ataque directo a la gestión actual, pero tampoco un retiro silencioso. Para algunos, su regreso complica la consolidación del nuevo liderazgo político; para otros, su presencia garantiza que la agenda social que impulsó no se diluya. Lo cierto es que su figura aún moviliza emociones, tanto de respaldo como de rechazo, y en un país donde la percepción pesa tanto como la estructura, eso tiene impacto.

En última instancia, “Grandeza” y la reaparición de AMLO nos recuerdan que México sigue en disputa: por su narrativa histórica, por su identidad cultural y por el rumbo político que debe asumir. Y quizás esa sea la parte más valiosa de este regreso: obligarnos a mirar de frente nuestras raíces y preguntarnos si, como país, estamos listos para construir grandeza en plural, no solo en discurso.

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Opinión

Tampico al rescate de Tamaulipas… la que sigue 

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Tampico volvió a dar un paso adelante donde el resto del estado sigue sin avanzar. Mientras los 43 municipios de Tamaulipas enfrentan los mismos embates climáticos —olas de calor más intensas, pérdida de áreas verdes y una presión creciente sobre los ecosistemas urbanos— solo uno decidió asumir el reto con la seriedad que exige la crisis ambiental: Tampico. Y detrás de esa determinación hay un nombre que en Morena comienza a convertirse en referente obligado cuando se habla de políticas públicas verdes: Mónica Villarreal Anaya.

El programa de reforestación y arborización que impulsa su administración no solo es el más ambicioso en la entidad; es el único con un diseño técnico, operativo y cartográfico que permite intervenir con precisión zonas críticas de calor. Tampico está haciendo lo que no hace ningún otro municipio de Tamaulipas. Y lo está logrando sin haber destinado recursos públicos directos. La Secretaría de Obras Públicas, Desarrollo Urbano y Ecología lo confirma con números que ya no son promesas, sino resultados verificables.

José Rogelio Ontiveros Arredondo, titular de la dependencia, sintetizó el alcance de la estrategia: no se ha invertido un solo peso del erario y aun así se han plantado 5 mil 100 árboles en 30 hectáreas distribuidas en medio centenar de colonias. El avance fue posible por donaciones, convenios y la producción constante del vivero municipal, una pieza que hoy funciona como la columna vertebral del proyecto ambiental de la ciudad.

La infraestructura verde que está levantando Tampico no surge por inercia. Desde el arranque de la administración, el vivero ha producido 160 mil semillas, 19 mil plántulas propias y 8 mil más derivadas de un convenio con Grupo México. En total, 27 mil plántulas que han comenzado a poblar 12 plazas y parques. A ello se suman 2 mil 193 especies donadas, 350 árboles aportados por particulares y 162 entregados por asociaciones civiles. El tejido social se activó porque el municipio generó una ruta clara y un objetivo tangible.

La estrategia tiene un fundamento técnico inédito en el estado. Ontiveros Arredondo lo explicó con claridad: Tampico es el único municipio de Tamaulipas que ha logrado identificar y delimitar formalmente sus áreas de calor urbano, un diagnóstico que permite intervenir con rapidez en zonas donde el asfalto, la infraestructura y la falta de sombra vegetal elevan drásticamente la temperatura.

Cuatro sectores concentran los puntos más críticos: la zona de aterrizaje del aeropuerto internacional Francisco Javier Mina; el Mercado Gastronómico del Mercado Municipal; la Ciudad Deportiva; y el sector El Zapote, cercano al basurero municipal. Estas áreas, por su composición urbana, absorben y liberan calor con mayor lentitud, intensificando el impacto térmico sobre la población. Contar con este análisis permite actuar donde realmente hace falta.

Pero lo más relevante es el salto tecnológico que Tampico decidió dar. El municipio seguirá utilizando imágenes del satélite Landsat 8, operado por la NASA y el Servicio Geológico de Estados Unidos. Las lecturas multiespectrales e infrarrojas captadas cada 16 días por los sensores OLI y TIRS permiten monitorear la temperatura superficial, la evolución de la vegetación y los cambios en el uso de suelo con un nivel de precisión que normalmente solo se observa en programas federales o estatales, no en gobiernos municipales.

Mónica Villarreal Anaya instruyó mantener el monitoreo constante y ampliar las intervenciones en colonias con déficit de áreas verdes. Esa decisión coloca a Tampico en una ruta distinta: una ciudad que no improvisa, que no simula, que entiende que el cambio climático no admite discursos huecos ni acciones aisladas.

En la política tamaulipeca, donde los temas ambientales suelen diluirse entre prioridades de coyuntura, Villarreal Anaya se ha posicionado como la figura de Morena que realmente convierte el discurso verde en política pública medible. Mientras otros municipios siguen debatiendo sus propias inercias, Tampico ya trabaja con ciencia, datos, satélites, viveros y participación ciudadana.

El estado necesita más liderazgo climático. Y hoy, guste o incomode, ese liderazgo tiene nombre, origen y municipio. Tampico está marcando la pauta. Y Mónica Villarreal Anaya se ha convertido en la voz más consistente dentro de su partido en defensa del medio ambiente y del futuro que nos urge construir.

En la intimidad… Lo más triste es que ella cree que es la que manda. “Puso” a Ernestina Godoy en lugar de Alejandro Gertz Manero. 

Todo mal, y lo peor, es que las embarra a todas con “A”.

davidcastellanost@hotmail.com

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