Sur de Tamaulipas

Taxi con terminal para tarjetas de crédito o débito

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¿Será posible algún día en Tampico?

El sueño del transporte público ideal

Tampico Tamps.- La modernización del transporte público, una frase que se puso en boga por esta zona del país en la última década del siglo pasado, se ha quedado hasta ahora en simple «sueño guajiro»: establecer un tren ligero entre Altamira y Tampico era una de las metas en el umbral del año 2000, y para entonces la mayoría de los inmiscuidos en el tema lo tomaba en serio.

Pero aquello, lo del transporte ferroviario de pasajeros a nivel suburbano, era apenas el menos inmediato de los planes, con todo y que se lo veía bastante factible por esos años, ya que el objetivo a corto plazo era renovar, en un inicio, toda la flotilla tanto de taxis como de autobuses y microbuses, e incluso se llegó a instaurar, más de una vez, el plan piloto de los taxímetros, con todo y que esto último no tenía ya nada de nuevo a nivel global, sino todo lo contrario.

Y sin embargo, cuando está ya avanzada la otra mitad de la segunda década del todavía «nuevo milenio», una flota de desvencijadas unidades de transportación colectiva en las que se ofrecen el servicio a los habitantes de la región sur de Tamaulipas, supera por mucho a los vehículos climatizados y en algunos casos hasta con wifi (internet libre) de una empresa particular que, eso sí: cobra más, y mucho más, por llevar gente entre Altamira, Ciudad Madero y Tampico.

De los taxis, mejor no hablar: baste con saber que ocupan el primer lugar en la estadística de vehículos accidentados en este mismo conglomerado urbano, y no precisamente por la cantidad que transita en las calles de la conurbación, sino por la imprudencia y violación constante del reglamento por parte de un número importante de operadores de esa clase de automóviles.

¿Cuál sería el ideal de transporte urbano y regional si la corrupción y falta de cultura no siguieran campeando en todo este territorio mexicano del año 2017?  Echar un vistazo al otro continente para ubicarnos verdaderamente en el primer mundo, aunque parezca odioso, es lo más realista.

Sin necesidad de entrar a oasis engañosos del medio oriente donde los espejismos extremistas de la desigualdad dejan corta a Latinoamérica, como ocurre con los Emiratos Árabes, uno se encuentra con que en Londres, por ejemplo, uno puede ya abordar cómodamente un taxi sin necesidad de llevar efectivo en el bolsillo, sabiendo que ahí mismo, a bordo, podrá efectuar su pago con tarjetas de crédito o débito.

Además, puede ir consultando cómodamente su correo electrónico o los mapas de la ciudad en las pantallas electrónicas que se hallan frente al asiento, aunque claro: hay que decir que el taxi londinense es, acaso, el más caro del mundo en promedio.

Un presidenciable de ayer y hoy ya prometió, hace cosa de seis años, un sexenio apenas, el tren bala, pero uno se sigue preguntando en México si en realidad llegaremos a verlo tal cual corre sobre rieles de Europa y Asia: con su tecnología y diseño auténticamente modernos y la comodidad al interior para los viajeros.

Mientras tanto, los moradores de estas tierras vecinas del país más poderoso del mundo seguiremos lidiando con cacharros rescatados para el transporte colectivo y choferes sin un ápice de conocimientos sobre cultura vial, y en algunos de los casos hasta sin licencia ni condiciones psicológicas adecuadas para conducir.

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