Muchas ocasiones hemos escuchado que nadie se va de esta vida sin pagar por lo que hizo, pero de forma lamentable, día tras día vamos comprobando que esta teoría resulta falsa, pues muchas personas nunca pagan por los crímenes que comenten en vida, muchos se van sin recibir un castigo legal.
Éste fue el caso del asesino de Valeria Teresa Gutiérrez, la pequeña que perdió la vida la semana pasado a manos de José Octavio Sánchez, el chofer de la combi de la ruta 40, donde fue encontrado el pequeño cuerpo de 11 años que había sido también violada por este individuo. Pocas muertes han levantado tanta indignación como la de la niña de Nezahualcóyotl. Muchas personas salieron a marchar a las calles a pedir justicia, exigían que no tuvieran consideraciones para el culpable de la muerte de la pequeña Valeria.
La madrugada del jueves 15 de Junio apareció ahorcado el presunto asesino en el calabozo que compartía con otros tres reclusos, encontraron el cuerpo sentado en una esquina, con las piernas extendidas hacia el frente. La primera hipótesis es que había sido asesinado en prisión. Pero más tarde fue descartada, pues la investigación apunta ahora hacia el suicidio.
Ante esta situación el padre de Valeria, el señor Sergio Gutiérrez, así como un gran número de ciudadanos que seguían de cerca los avances del caso, se sintieron frustrados. El suicidio de este individuo lo convierte en el delincuente que no pagó en vida por todo el mal que hizo a Valeria, a su familia y a un México violentado, a una sociedad que se queda con esa insatisfacción de que nunca se hace justicia. México se ha convertido en ese país donde las leyes no se aplican contra los delincuentes y una vez más las súplicas de unos padres y de la sociedad entera queda sólo en eso, en súplicas, en gritos desesperados que no obtuvieron respuesta.
Cabe mencionar que ayer se cumplió un mes del asesinato del periodista Javier Valdés y como ya es costumbre no hay avances en la investigación, no hay culpables. Al parecer este asesinato quedará impune, al igual que el de Valeria; aunque en este caso el asesino fue capturado, al suicidarse quedó impune. Aunque si es verdad que existe la justicia divina, ésta es la única esperanza que podría aliviar este mal sabor de boca que deja la incapacidad que tiene el gobierno para castigar a los criminales.