Tampico Tamps.- «A los siete años mi padre me dijo: ‘Soy un bandido, eso es a lo que me dedico’… mi padre era un gran generador de violencia, un gran generador de caos», declara Sebastián Marroquín al momento de impartir su conferencia ante una multitud de estudiantes del sur de Tamaulipas, adolescentes en su mayoría, que han acudido este miércoles al centro de convenciones de Tampico.
Su verdadero nombre era, hasta antes de cambiárselo, Juan Pablo Escobar, pero al igual que el resto de su familia se vio en la necesidad de adoptar otra identidad en cuanto la policía acabó con años de un imperio de las drogas en Colombiano y buena parte del continente con la muerte de su padre, el famoso narcotraficante Pablo Escobar.
«Todos nos cambiamos el nombre en la casa, hasta al perrito le cambiamos el nombre para que los enemigos no nos ubicaran por el perrito», expresa el vástago del capo, que según lo recuerda él mismo, juró vengar el asesinato de Escobar como primera reacción hace ya casi tres décadas.
«A mí me tocó elegir quién quería ser yo para mi vida… mi padre lo único que había generado a su paso eran guerras, así que para mí fue muy difícil ese momento decisivo en el que tuve que reinventarme», expone también frente a autoridades que le han invitado a presentar su ponencia «Pablo Escobar, una historia que no debe repetirse».
Y sentencia: «Yo siento que mi padre desperdició su talento y su inteligencia y pudo utilizarlas para el bien, y es una pena que él haya desperdiciado así su vida, su tiempo y su talento… su ambición y sus circunstancias lo llevaron a elegir un camino equivocado.»