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Segundas partes, ¿nunca fueron buenas?…Por: Deysi Sánchez

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Dicen que segundas partes nunca han sido buenas, pero hablando de cine, muchas secuelas han echado está teoría hacia abajo, y tan resulta buena la segunda parte que existen películas que han continuado la trama hasta por 7 u 8 películas más.

Ojalá así fuera con las relaciones humanas, en las que la mayoría de veces las segundas oportunidad, ya sea en amor, amistad o hasta en cuestión laboral, viene acompañada de resentimiento y desconfianza, pues para tener una segunda oportunidad con alguien quiere decir que algo no salió bien en la primera.

Todos conocemos casos de personas que deciden ir por una segunda oportunidad y algunas otras que aceptan brindarla. Cuando es cuestión laboral, a veces es posible que funcione, ya que en muchas ocasiones se deja un trabajo o profesión por cuestiones que están fuera de nuestras manos, pero si se laboró de manera eficaz es muy posible que no haya problema en regresar.

No así cuando hablamos de relaciones que incumben a dos personas, así sea está relación de amistad o de pareja sentimental. Cuando buscamos una segunda oportunidad tiene que ver con que de alguna forma fallamos… y fallamos tanto que algo se quebró, se perdió la confianza y lo que es peor, se acabó el amor. Los seres humanos solemos pensar en que si alguien nos ama nos va a perdonar lo que sea y muchas veces es verdad. Llegamos a crear tal dependencia por otra persona que perdonamos todo, hasta que no se puede más y decidimos romper todo, terminar.

Antiguamente cuando un hombre engañaba a la esposa, ella perdonaba automáticamente, pues porque al hombre se le permitía todo… o al menos así eran educadas las mujeres, no así de la mujer que hiciera lo mismo, porque él sí tenía todo el derecho para señalarla y no perdonarla nunca. Cuestión cultural. Después de varios años tras la lucha constante de la mujer por ser  independiente y autónoma, las cosas han cambiado, ahora también tienen el poder de decidir si dan o no una segunda oportunidad.

En cuestión de amigos, es aún más complejo, pues se supone que cuando uno elige a esa persona especial es porque se vuelve una extensión de nosotros mismos, es el que te va a conocer, y tolerar, en los mejores y peores momentos, el que va a saber lo peor de ti y estará ahí para cuidarte y regañarte si es necesario, pero cuando algo sale mal, eso rompimiento duele tanto que punza y para tener una segunda oportunidad es necesario dejar el orgullo y volver a encararse, dejar salir todo y decidir si vale la pena o no seguir.

Para cualquier de los casos anteriores hay que estar conscientes que el esfuerzo de la segunda va a ser mayor que el de la primera… Y es cuando debemos preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a perdonar y trabajar en la reconstrucción o es mejor soltar de forma definitiva?

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