Opinión

MÉXICO BRAVO… Por Alberto Ídem…»El peor de los escenarios: la polarización del planeta».

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Ha ocurrido: el peor de los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, peor para ellos y para el mundo, se convertirá en el nuevo mandatario norteamericano.  El único de los aspirantes a la sucesión de Obama que jamás en su vida había hecho una campaña como abanderado por los partidos Demócrata ni Republicano, a los cuales ha pertenecido él por igual de manera intermitente, alternativa.  Un villano digno de la caricatura más inverosímil, de la película más insulsa del Hollywood de ayer y hoy, que se nos presenta de carne y hueso, en vivo y a todo color, en tiempo real y con rostro de «Chucky, el muñeco diabólico», ni más ni menos. Enemigo declarado de los mexicanos, amigo confeso, orgulloso, de aquella Rusia nostálgica de la guerra fría, algo impensable para el estadounidense promedio todavía hasta hace quince años.  El peor de los escenarios: la polarización del planeta a la vista de todos, ahora, ya.

Asistimos a una nueva vuelta de tuerca de esa gigantesca maquinaria llamada «el sistema mundial», «el estado de cosas», «el poder económico global», que eso justamente, sin más, representa y ha representado siempre el magnate junior que llega a la Casa Blanca al más puro estilo maquiavélico y cínico del ficticio personaje Lex Luthor.  El día aquel que jamás creímos llegaría, el mañana impensable todavía hasta hoy, nos ha alcanzado.  ¿Y qué se viene ahora? ¿Qué cosa se nos viene encima a los pobladores de este orbe, el único lugar habitable del universo (hasta nuevo aviso)…? ¿Una tercera guerra mundial, en un panorama muy pesimista y catastrófico, dramático y novelesco tal vez? ¿Una guerra civil acaso, en la menos grave de las más severas hipótesis? ¿O simplemente el final más simple y desabrido de esa gran tragicomedia llamada «El Sueño Americano», the american way of life?

Hay quienes afirman que es probable que a partir de esta nueva realidad comience la verdadera debacle del gran vecino, la caída gradual de lo que aún hoy en día sigue siendo la nación más poderosa del mundo, como ha ocurrido a lo largo de la historia universal con toda grande y grandiosa civilización, con todas esas culturas dominantes que han sometido, en su tiempo y en distintas épocas, al resto de los pueblos.  Roma, Grecia y Mesopotamia.  Egipto.  Japón, España y Arabia.  Francia.  Alemania: la Alemania nazi.

Pero hay quienes piensan también que, con la llegada de Trump al gobierno de los Estados Unidos, empezará una era de terror, obscura y de persecución como no la ha habido desde hace un buen tiempo en este mundo.  Como la anunció, durante toda su campaña, el propio don Donald.  «Construiré un muro en toda la frontera con México, y los mexicanos lo pagarán», ha dicho.  Y que deshará todo compromiso que obligue a su país a reducir los índices de contaminación ambiental.  Que revisará y abolirá, incluso, los actuales tratados comerciales con México y Europa.  Y que obligará a pagar por protección, al estilo criminal, a los países que defiende su nación.  Todo eso y todavía más podemos esperarnos del otrora hombre del «show time».  El cobarde que llama delincuente a su oponente mujer y amenaza con meterla en la cárcel.  El maricón que subestima, sobaja a las mujeres y luego lo niega.  El cara de caca y orgulloso de ella que es capaz de alardear de su rostro convertido en máscara.  El individuo que, con mucho dinero y por negocios, y ambición de poder, se postuló a la presidencia de la Unión Americana.  Y la ganó.

Por lo pronto, una joven amiga mía, de esas muchas mujeres que existen en México más misóginas que el más machista de los machos, acaba de ver hecha añicos su tesis de que a Donald Trump casi lo inventó el inventor del pato Donald con tal de que Hillary Clinton ganara la elección por la libre.  Me lo juraba y perjuraba con esa soberbia ignorante del joven yuppie de hoy en día: «millenial», que les llaman.  «Es más que obvio», decía, «¿quién va a votar por semejante monstruo de mentira?».  Y miren.  En los años treinta un extremista europeo, un ultranacionalista que prometió llevar a su país de regreso a las glorias perdidas, a un esplendor desaparecido, y que, xenófobo, racista, intolerante y déspota emprendió el exterminio de todos a quienes consideraba indeseables y dañinos para su país, quiso conquistar al mundo entero a la mala y provocó la segunda guerra mundial.  Soñó con transformar a su nación en la más poderosa del mundo.  Un loco bastante peligroso que tuvo al mundo en vilo.  ¿Podía haber algo peor?  Por supuesto: alguien con las mismas características, o incluso peores, pero que ya gobierne, de entrada, a la nación más poderosa del mundo.  Bienvenidos al peor de los escenarios.

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