Habitantes del viejo Tampico se adelantan a sus autoridades
Tampico, Tamps.,- Tal como lo hizo desde hace años el joven Ángel Hernández con el antiguo edificio de los tablajeros o con «Antígona», y al igual que hizo Carmen Alardín con su Casa Gándara, y varios otros particulares en históricos inmuebles del centro, familias del primer cuadro citadino de Tampico y áreas adyacentes se han adelantado ya, con los pocos recursos que tienen, a sus propias autoridades en el rescate del patrimonio arquitectónico de esta ciudad y puerto.
«El Tranvía de Tampico», situado al pie de la escalinata que desciende hacia el viejo barrio del Cascajal, en la calle Doctor Alarcón, es un claro ejemplo de ello: habilitada como un pequeño restaurante de antojitos mexicanos, pero a la vez como un local temático, la vivienda de una sola planta que por décadas ha ocupado la familia Rodríguez empezó, con empuje, a funcionar como microempresa desde finales de octubre.
Blanca Rodríguez Bernal tuvo la idea, junto a un amigo, de emprender esa iniciativa enfocada en dos rescates: el del patrimonio económico e inmobiliario de la familia, y el de la historia de Tampico, a través de la decoración del lugar con fotografías de época que hablan tanto del esplendor petrolero, como del desastre ocasionado por el ciclón Hilda en 1955, o de los mercados municipales, las plazas de Armas y La Libertad, a lo largo del tiempo.
Fotos a blanco y negro de la antigua aduana y el desaparecido puente peatonal que conducía al puerto por encima del Tamesí, así como también elementos diversos que hacen interesante la ornamentación, complementan el concepto del singular espacio.
Modesto cuanto atractivo, «El Tranvía de Tampico» parte cada mañana a su estática pero figurativa, simbólica ruta gastronómica e histórica desde esa casita blanca con ventanales de herrería situada en la cerrada Alarcón, al pie de los pronunciados escalones que llevan hacia el antiguo hospital civil.