Tampico Tamps.- Ocurrió el pasado jueves en la calle Marqués de Guadalupe, anteriormente llamada Mauricio Garcés: bajo lo intenso y pertinaz del aguacero que se precipitó sobre la parte más sureña de Tamaulipas, un par de ciudadanos voluntarios rescata a una mujer atrapada al otro lado de la calle.
Aferrada a un poste y al pie de un parque de atracciones mecánicas, una dama permanece inmóvil mientras en la acera opuesta dos héroes anónimos se afanan en rescatarla echando mano de una soga, un vehículo y sus propias fuerzas, ingenio y valentía.
El río salvaje en que se ha convertido la arteria por la potencia y velocidad del torrente pluvial dificulta, sin embargo, cualquier clase de maniobra, como la que intentan efectuar los improvisados rescatistas, que batallan largo rato en hacer que la cuerda llegue hasta allá.
La corriente que desciende desde la entrada al lienzo charro La Herradura, y aquella que llega de avenida Hidalgo provocan un choque de fuerzas tal que se forman remolinos en medio de la calle, lo que vuelve casi inútiles los esfuerzos de los que intentan salvar a la viandante.
Pero cuando la impotencia y desesperación comienzan a hacerse presentes, aparece un tercer socorrista: un empleado del parque de atracciones que, arriesgando su propia integridad, logra bajar y rescatar por fin a la asustada mujer, para quien sólo quedan el susto y la experiencia, seguramente ya grabada en su memoria.
Colofón: los rescatistas al otro lado de la rúa eran empleados del Instituto Cultural América, y según Francisco Morejón, la fuente de donde provino esta historia, la ciudadana era una automovilista que, espantada porque su vehículo quedó atorado entre las aguas, descendió del mismo y sólo pudo agarrarse del arbotante.