Por: Juan Bueno Torio
El dólar estadounidense siempre ha sido visto como un activo seguro, ahora que se ha disparado frente al peso en buena parte por la incertidumbre así como la caída de los precios del petróleo que son fuentes de DLLS para México los inversionistas han previsto mayores rendimientos en el futuro cercano porque piensas que las tasas de interés en dólares van subir; excluyendo de esta manera el mercado mexicano.
Si el dólar se pone caro, nos jodemos todos. Teóricamente un dólar caro hace las importaciones caras y permite a las empresas nacionales competir y vender mejor ante productos importados, la mayoría de las exportaciones las hacen empresas transnacionales que poco le deja al país por el poco contenido nacional que tienen además de la mano de obra ya de por sí barata que pagan.
Pero más nos perjudica en los créditos a las empresas porque sube la tasa de interés afectando la economía de los negocios provocando despidos, baja producción y hasta cierre de los mismos; así también a la ciudadanía en general pues las personas que piden crédito en comercios, tiendas de muebles y enceres domésticos, también les encarece su crédito.
Los precios de productos importados suben, afectando a las familias, mientras que el salario no aumenta al mismo ritmo haciendo que se contraiga el mercado interno por falta de capacidad de compra y es donde entramos entonces en un círculo vicioso de bajo crecimiento económico.
Tan solo en la administración del Presidente Enrique Peña Nieto, la moneda mexicana se ha depreciado 51.74 por ciento frente al dólar estadounidense. Ha sido un fracaso y una carga más para los mexicanos que aún no enfrentamos todos los efectos.
Para contrarrestarlo el Gobierno Federal ha emitido bonos en el mercado mexicano, lo que genera más deuda. Pero al subir el dólar también sube la deuda que se tiene en dólares y el gobierno entonces necesita más pesos para comprar dólares y para pagar la deuda.
Ante los focos rojos por un incremento de la deuda, los inversionistas huyen del país y venden sus pesos, lo cual disminuye el valor de la moneda mexicana frente a otras divisas. Esa fuga de inversiones, se está reflejando gradualmente en un incremento en la inflación y en el precio de los insumos de importación. Todo ello obligará a los comerciantes a subir el precio de sus productos si el peso sigue en picada, dañándose así la economía de las familias.
El pasado diciembre del 2012, cuando el gobierno federal acababa de arrancar, el dólar concluyó en bancos en 12.93 pesos, 6.69 pesos menos que hoy. En el sexenio pasado Felipe Calderón Hinojosa recibió un dólar en 10.99 pesos en diciembre de 2006. A pesar de la crisis financiera mundial de 2008-9, el dólar sólo subió un promedio de 2 pesos, por lo que nuestro peso se depreció 17.65 por ciento.
Ahora que aún no concluye los primero 4 años del gobierno de Peña Nieto el dólar se ha depreciado más del 50 por ciento tendencia que no se prevé detenga por las deficientes políticas fiscales que el gobierno ha tomado decidieron cobrar más impuestos e impactar negativamente los bolsillos de las familias afectando el mercado interno.
Por una ausencia de disciplina en la política fiscal, el peso no resiste los fuertes vientos del exterior, como la pronta alza de las tasas de interés en Estados Unidos, lo cual generaría una fuga de inversionistas que buscarán mayores ganancias. Los otros dos golpes provienen por la incertidumbre de la seguridad, así como estabilidad política y el vaivén de los precios y la producción del petróleo.