Nuevo Laredo Tamps.- En medio del bullicio del “Teatro del Pueblo y el Stand Miller” los Voladores de Papantla se abren paso para realizar milenaria ceremonia totonaca, misma que la Organización de la Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (UNESCO) declaró como patrimonio inmaterial de la humanidad.
Este ritual está asociado a la fertilidad, la danza de los Voladores se ejecuta con cuatro danzantes que representan los cuatro puntos cardinales y el caporal. La fertilidad se representa mediante el descenso de los danzantes, que simbolizan la caída de la lluvia.
Los “voladores” cada año viajan a Nuevo Laredo para participar en la Feria y Exposición Fronteriza (EXPOMEX).
Dicen sentirse bien, nunca han sufrido un accidente. A pesar del ruido se concentran para realizar su ritual en esta frontera, que se encuentra a más de mil kilómetros de distancia de su bella y aromática Papantla.
Las personas se detienen a verlos, algunas consideran que es un show y se refieren al caporal como al “bato” que baila allá arriba, a otras les gusta cuando vuelan.
Aunque originalmente la vestimenta de los voladores eran disfraces elaborados con plumas de aves, debido al proceso de mestizaje la indumentaria fue cambiando ante la influencia española.
Hoy el traje empleado en el rito, es usado por indígenas totonacas encima de sus tradicionales prendas de manta blanca.
Para la ceremonia, el volador se cubre la cabeza con un pañuelo amplio o paliacate, sobre el que se coloca un gorro cónico, en cuya cima se localiza un pequeño penacho multicolor en forma de abanico que simula el copete de un ave, además de simbolizar los rayos solares que parten de un pequeño espejo redondo que representa al astro.
Unos largos listones de colores se deslizaban por la espalda del danzante, simulando el arcoiris que se forma después de la lluvia. El resto del tocado está adornado con flores de diversos tonos, símbolos de la fertilidad de la tierra.
Sostenidos del hombro derecho en dirección diagonal, sobre pecho y espalda penden dos medios círculos de tela o terciopelo rojo que representan las alas de los pájaras; encima de ellos se encuentran figuras de flores, plantas y aves de distintos colores y tamaños, bordadas con lentejuela, que aluden a la primavera; de la parte inferior penden unos flecos dorados que reproducen los rayos del Sol.
En la cintura del volador, por delante y por detrás, nuevamente se aprecian los dos semicírculos con motivos similares a los antes mencionados. El pantalón de tono rojomuestra, a la altura de las pantorrillas, adornos de chaquira y espiguilla; en la parte inferior se aprecian los flecos dorados, rematados por los botines de piel con tacón alto. El empleo del color rojo es considerado como representativo de la sangre de los danzantes muertos.
Los voladores confeccionan sus prendas y dicen que puede durar un mes, su elaboración.
Cuando culmina el ritual se acerca uno de los voladores para solicitar a las y los visitantes de la feria de Nuevo Laredo para que contribuyan con unas monedas, aunque nunca serán suficientes por ver una de las danzas más reconocidas y valiosas del mundo. Traída desde Papantla., Veracruz.
Por Verónica Cruz Frías.