(La respuesta del gober a Balta)
«Nadie me lo contó, yo lo escuché, y si ninguno de mis sentidos me ha fallado hasta ahora, el del oído, ¡menos!», le dice a este periodista el exfuncionario federal, ex brazo derecho de dos alcaldes en la región sur del estado y otrora autoridad cívica con jurisdicción en tres municipios, cuando se dispone a narrar la breve anécdota que le tocó a él presenciar hace exactamente tres semanas, en el centro de convenciones y exposiciones de Tampico.
«Que quede claro y se escuche bien: yo no soy Tomás, yo no soy Eugenio, yo no soy Egidio…», había dicho el mediodía aquel de su famoso y nada exitoso ni afortunado discurso del «decálogo» en esta ciudad y puerto, como «as bajo la manga», como una suerte de arma secreta para usarse en caso de ser necesario, como seguramente lo era entonces, y en calidad de último recurso, Baltazar Hinojosa Ochoa, candidato del PRI, del Verde y de Nueva Alianza a gobernador de Tamaulipas, provocando el griterío de las huestes priístas llevadas exprofeso en acarreo, como se estila en el ya casi ex partido oficial, y que interrumpían así al orador.
El informante de este columnista, con quien se encuentra por casualidad en la plaza de Armas, al mediodía soleado de un miércoles posterior a la entrega de constancia de mayoría al gobernador electo, relata que apenas llegó hasta donde estaba don Egidio Torre senior el entonces abanderado del tricolor, y le soltó un: «Así es esto de la política, señor, usted sabe cuánto quiero y respeto a su familia, a su hijo, al difunto Rodolfo que en paz descanse», y que como toda respuesta sólo obtuvo una risa algo nerviosa del hombre aquel cuyo nombre fue impuesto (en toda la extensión de la palabra) al complejo deportivo de playa Miramar durante el gobierno municipal de Jaime Turrubiates Solís.
Sin embargo, apenas terminada la pasarela de lo que antaño se conocía como «el besamanos», ceremonia muy priísta consistente en abrazar y apapachar (literal) al ungido por el dedazo, Balta y su comitiva entraron a una área reservada exclusivamente para él y muy altas personalidades, ahí mismo, en el Conexpo, y a la que de pronto entró el mandatario tamaulipeco con una sola expresión en el rostro, la cual no era de alegría, y una exclamación sonora que dejó solo silencio alrededor: «¡¿A esas vamos, cabrón?! ¡Desde ahorita te lo digo!»
Al domingo siguiente, una versión que de inmediato se convertiría en noticia corría como reguero de pólvora por las redes sociales: Alan Pulido, futbolista victorense de la plantilla del Olympiakos, había sido secuestrado en territorio de esa ciudad capital del estado… lo demás ya es historia.
(Fin)