Hace un par de meses, Anja Ringgren Loven, trabajadora danesa, de una ONG, fue interceptada por un pequeño africano, que moría de hambre y sed. Ella se inclinó a darle un poco de agua antes de llevarlo de inmediato al hospital.
Hoy el pequeño “Hope” como lo conoce el mundo, se recupera a pasos agigantados, dejando atrás a aquellos padres que lo abandonaron para que muriera de hambre, por la creencia de que el niño era un “brujo”.
Según el Daily Mail, el pequeño Hope fue encontrado el 31 de enero del presente año, en la calle, se encontraba completamente desnudo y con un grave estado de desnutrición.
Lo más trágico es que el menor, no se encontraba en esta situación porque estuviera en pobreza extrema o porque hubiera perdido a su familia, sino insólitamente fue abandonado en la calle por sus propios padres y familiares quienes estaban convencidos de que era un “brujo”.
Al verlo Loven le dio un poco de agua y lo llevó al hospital en donde lo desparasitaron y comenzó a recibir transfusiones diarias, logrando un gran avance en su salud en estos dos meses.
Ahora Hope sonríe y se puede sentar, y gracias a él otros niños que sufren de desamparo y tortura por estas mismas causas podrán ser ayudados con la construcción de una clínica especializada.
Dos días después de encontrarlo, Loven publicó su caso solicitando ayuda para que recibiera la atención médica y las transfusiones que necesitara y en respuesta recibió más de un millón de dólares, con lo cual Hope lleva el mejor tratamiento, y con lo que se piensa construir una clínica para salvar a otros niños que sufren por las mismas causas.
En África es común escuchar que un niño menor de siete años es acusado de brujería, usualmente son sus padres quienes lo consideran el imán de todas sus desgracias, ya sea por alguna condición física o mental que el menor, presente, o bien simplemente como excusa para tener una boca menos que alimentar. Como Hope se sabe que desde los años 90´s miles de niños de las zonas más humildes de África sufren horrendas torturas y mueren a manos de sus propios padres, familiares o vecinos.
Estas creencias son alimentadas por nuevas iglesias independientes, cuyos pastores concentran su popularidad en exorcismos y basta con que uno de estos pastores tenga una visión para que se desate la furia de la gente contra un menor considerado «brujo».
Las acusaciones en su contra van desde beber sangre, convertirse en algún animal, seducir a los adultos para después castrarlos, volverse invisibles, y toda clase de insólitas creencias de las cuales los pequeños obviamente no pueden defenderse.
Convencidos de que están en lo correcto, los padres de estos niños, platican y cuentan comúnmente la manera en la que torturas y matan a quienes según ellos eran la causa de todas las desgracias de su familia.