Opinión

El Filósofo de Güémez / Mirar hacia adentro

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Hay una reflexión que me encanta, por la variedad de enseñanzas que en ella se reflejan: “Toda persona debe mirar a lo largo de su vida en cinco direcciones:

1.- Adelante, para saber hacia dónde se dirige;

2.- Detrás, para recordar de dónde viene;

3.- Debajo, para no pisar a nadie;

4.- Hacia los costados, para ver quien lo acompaña en los momentos difíciles;

5.- Arriba, para que sepa que siempre alguien lo mira y lo está cuidando.”1

Pare éste viejo Filósofo, cuando tienes la sapiencia de mirar en cinco direcciones, aprendes a mirar hacia adentro, ahí encontrarás el templo Divino donde mora el amor incondicional, la paz interior, la armonía y el equilibrio, que encienden la luz que te vivifica, para que des plenitud a tu mundo holístico: físico-mental-espiritual.

Mirar hacia adentro, te lleva a sacar la basura emocional, que durante el trayecto has guardado en tu alma: odio, rencor, resentimientos, soledad, abandono, tristeza, melancolía, etc., que al tirarla fuera de tu ser, suceden dos cosas:

1.- El universo se encarga de acomodarla en el lugar exacto del ajedrez de la vida, y

2.- Viajas tan ligero de equipaje, que tu alma es capaz de levantar vuelo, sabiendo que tu limite es el cielo.

Mirar hacia adentro, te lleva a empoderarte de la inigualable cosmogonía del universo, entonces reconoces que tu tarea no es mercancía, sino un don, una virtud, un oficio que te llega de arriba y anida adentro, que te conduce a marcar la diferencia, a ser tú mismo, a encontrarte con el éxito, la plenitud, la alegría y la felicidad que hay para ti.

Mirar hacia adentro, te ayuda a despertar tus sentidos a la vida, te hace sentir bendecido, fortalecido emocional-espiritual-físicamente, a sentirte amado a grado tal que tus heridas emocionales sanen, y seas capaz de ser vela que ilumina al alma que tocas.

Mirar hacia a dentro, te lleva a ser iluminado, entendiendo la ley del bumerang, “lo que das regresa… pero multiplicado”, entonces dejas de vivir en la fantasía de lo que no posees y disfrutas plenamente el aquí y el ahora, con lo que eres y lo que tienes.

Mirar hacia adentro, te aproxima a tu naturaleza Divina, que es creativa, sana, apasionada, que tiene la magia de encontrarte con tu vocación y liderazgo, que detonan tus dones con una magnitud que desconocías, conduciéndote a un mágico despertar a tu alegría.

Cuando tienes la virtud de hacer un alto en el camino y miras hacia adentro de ti, hay un antes y un después, contactas con tu Maestro Divino, que con esa simplicidad que tienen los sabios, te conecta con tu brújula interior, que te lleva a un nuevo despertar de conciencia, que transforma tu vida.

Mirar hacia adentro, te enseña a dejar de ser social y políticamente perfecto, –lo perfecto sólo existe en lo Divino– a dejar de ser severo contigo mismo, haciendo a un lado la adicción de criticar tus defectos y no alabar tus virtudes.

Mirara hacia adentro, te conduce a reconocer que no es lo que te sucede en la vida lo que te entristece, sino a saber exactamente qué hacer con lo que te sucede, entonces puedes sufrir o gozar la rica tersura de la vida, puedes maldecir a quienes odias o entender que cada alma que llega a ti, es portadora de una enseñanza.

Mirar hacia adentro, es entender que HOY es un regalo que le fue concedido a los elegidos, que te lleva a tener el alma abierta, para conectarte con la fuente, para hacer la cuenta despacito del racimo de bendiciones que hay en tu alma.

Cuando la gente me pregunta ¿Por qué gusta el filósofo? muy sencillo, porque es un viejo campesino que Mirar hacia adentro, presta atención a la voz del niño que lleva en su interior, esa que le dice que cada día es pa’ vivirse con la plenitud del sol entre el amor y el humor. A propósito, resulta que el Filósofo celebraba con su esposa, el Día del amor y la Amistad, con una taza de café y un pastel, de pronto su “vieja” le da fenomenal coscorrón que le hace volar el sombrero, los anteojos y el café.

— ¡Pero vieja…! ¿por qué hiciste esto? –reclama intrigado el Filósofo.

— ¡Por 70 años de pésimo sexo! –dice Simpliana– mientras continua saboreando el café y el pastel.

El Filósofo –que se había quedado pensativo– le devuelve un tremendo coscorrón a su “vieja” haciendo que se le caiga el café, el pastel, los lentes y la servilleta, ésta mientras los recoge pregunta:

— Y ahora ¿por qué me pegas?

El Filósofo sin mirarla, le contesta:

— ¿Y ÓNDE APRENDISTE LA DIFERENCIA?

1 https://lagraninvocacion.wordpress.com/2015/09/23/toda-persona-debe-mirar-a-lo-largo-de-su-vida-en-cinco-direcciones/

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