Opinión

El Filósofo de Güémez / Rápido trae a tu madre…

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“Que tu felicidad no dependa del tiempo, porque cambia. Ni del dinero, porque se puede acabar. Ni de las emociones, porque te traicionan. Ni de las personas, porque somos imperfectos. Que tu felicidad dependa de ti, pero principalmente de DIOS, porque es el único que no cambia su amor permanente para ti”1

Para éste viejo Filósofo la esencia de la vida –hagas lo que hagas– es que recuerdes que la vida es un milagro para vivir, no para sobrevivir, para ser feliz; ser felices, no es sólo un buen propósito, es acción, es poner en marcha la armonía de tus sentidos para ir en pos de los sueños, para sacudir tus alas y alzar el vuelo, para –si es necesario– comenzar de nuevo.

La felicidad es un viaje personal, en el que hay que decidirnos a soltar los miedos, eliminar los cálculos negativos de nuestra vida y con ellos el ‘no se puede’, ‘para mí es imposible’, ‘déjalo para mañana’, ‘carezco de méritos’, ‘pobre de mí’, ‘no me lo merezco’, ‘hay otros mejores que yo’, menospreciarte rompe tu armonía con el universo.

Para alcanzar la felicidad es necesario que viajes de la mano de tu Divinidad Interior, te ayudará a escuchar tu corazón, a aprender a ser flexible, –flexibilidad es vida, rigidez es muerte– pensar positivamente, emprender el viaje enamorado de ti mismo, de la vida, de lo que eres y tienes, encontrando confianza y satisfacción en tus tareas.

A partir de HOY “Te queda prohibido recibir el nuevo día sin una sonrisa”, sin un sueño, sin un propósito que marque la visión de hacia dónde vas, que tu norte sea… ser feliz.

Recuerda que las cosas no siempre transcurren del modo que quieres; si fuese así, no habría dolor ni sufrimiento, tu existencia en sí misma carecería de sentido, serías feliz todo el tiempo.

La realidad te ayuda a aprender –a veces de manera dolorosa– las lecciones valiosas de la vida; una de ellas es que sólo tú, con tu actitud y emociones positivas eres el artesano de tu felicidad.

HOY es un día maravilloso para que sientas tu existencia llena de dicha y satisfacción; para que te liberes de lo que te limita; para que conozcas los secretos de tu vida, para mejorarla; para que hagas de tu paso una historia inolvidable; para que emerja ese potencial que necesitas para lograr que tu vida sea plena.

Cada nuevo amanecer, tienes dos opciones: jugar el papel de víctima de las circunstancias o enfrentarlas y vencerlas; renunciar a tu dignidad permitiendo que los problema sean más grandes que tu o elegir ser tú mismo, con una actitud positiva, ir por encima de los dificultades, pasando de un estado de derrota a uno de autoestima alta, en el que saques lo máximo de la vida y seas profundamente feliz.

Una actitud serena, el autocontrol y la visión positiva del presente, son excelentes caminos para accesar a la felicidad, te trasforman en un ser creativo, propositivo, en una persona con equilibrio que vive las circunstancias de una manera más relajada.

Cuando eliges ser feliz, tu actitud te lleva a vivir el HOY a plenitud, dejando de divagar por lo que no sucedió, dejas de preocuparte por lo que viene, de angustiarte por el futuro, concentrando tus sentidos en el aquí y el ahora.

La vida está llena de miles de detalles que la hacen encantadora y única, es tu actitud la que te lleva a trabajar en armonía, dejando de lado el perfeccionismo.

“Cuando las cosas van mal, no vayas con ellas”, no olvides que a pesar de un mundo lleno de violencia, maldad y desaliento, el amor y el humor te conducen por el camino de la felicidad, recordándote todas las personas y cosas buenas que hay en el mundo.

El humor del mexicano dice que: “Héctor Yunes, viendo la ingenuidad provinciana del Filósofo, le obsequió un viaje con su familia, visitaron la Cd. de México por primera vez. Cuando llegaron al hotel, todo era sorprendente, pero lo que más les llamó la atención al campesino de allá mesmo y a su hijo, fue las dos puertas plateadas que se abrían y se cerraban solas.

— ¡Apa’! –preguntó el hijo– ¿Qué es eso?»

El Filósofo respondió:

— Mi’jo no he visto en mi vida nada igual, no tengo la menor idea.

Mientras que ellos miraban asombrados, una anciana en silla de ruedas llegó, aplanó un botón y las puertas se abrieron, la viejecita entró en una pequeña habitación, las puertas se cerraron. Padre e hijo vieron como los pequeños números situados arriba de las puertas se iluminaban secuencialmente.

Poco después las luces volvieron a iluminarse hasta que las puertas se abrieron de nuevo y una joven llena de una voluptuosidad sexual, de 24 años de edad, salió del elevador.

El Filósofo, con los ojos casi desorbitados, dijo:

— ¡Mi’jo! rápido trae a tu madre… ¡PA’ QUE ENTRE A ESA ‘INGADERA!

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