Opinión

El Filósofo de Güémez / Muy lejos de las pompis…

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La siguiente reflexión me gusta para compartir con usted: “Claves para tu felicidad:

Enojarse menos… sonreír más;

Hablar menos… escuchar más;

Juzgar menos… aceptar más;

Esperar menos… agradecer más;

Temer menos… amar más;

Pensar menos… sentir más.”

Cuando te enfrentas a un tropiezo que te genera dolor, como por arte de magia, descubres un racimo de oportunidades y el poder que vive en tu interior, conoces la gran dimensión que habita en ti, encuentras y valoras a la gente y las cosas buenas que hay en tu alrededor, entonces sientes la rica tersura de la vida.

Sentir más la vida, es saber sentir más la vida; es saber que hay una amorosa conexión entre tus emociones y tu salud; es dejar de aferrarte al pasado para vivir con intensidad el presente; es dejar de quejarte, porque los mediocres se quejan; “es colorear tu semblante y tu huella en el camino,… no pintar ni dejar cicatrices”

Sentir más la vida, es poner tus sentidos corporales en juego (oído, olfato, tacto, gusto, vista) para que broten los extra corporales (sentido de la vida, sentido común, sentido de ubicuidad, sentido del amor y sentido del humor) y con diez sentidos en acción, verás la policromía del universo en su máxima expresión, vivirás plenamente el milagro de la vida y de manera diferente.

Sentir más la vida, te lleva a saborear en su totalidad cada experiencia, que siempre es portadora de una enseñanza; dejas de sentir miedo al cambio, porque en ocasiones se te van muchas oportunidades, por el miedo a perder; recuerdas que la divisa es el cambio, que es permanente, que en la transitoriedad de la vida… algún día será necesario partir.

Sentir más la vida, es saber que hay momentos inexplicables, en los que tu corazón tiene las respuestas, que con una mirada libre, te reconoces como un ser extraordinario, que sabes que vale la pena vivir e intentar ir tras tus sueños, que es lo que hace que tu vida sea más interesante, conectándote con tu naturaleza Divina, que te sorprenderá al descubrir un mundo fenomenal que está hecho especialmente para ti.

Sentir más la vida, es disfrutar plenamente la paz interior, dejando de ser dueño de la razón, descubriendo tu sentido de pertenencia, que te reencuentra contigo mismo, recordándote quién eres, olvidando viejos y nuevos agravios, para viajar ligero de equipaje y levantar vuelo, dándote permiso de ir mar adentro.

Sentir más la vida, es escribir en tu alma que si se puede, es dejar de preocuparte y principiar a confiar en ti, en tu esencia, que tiene la certeza de que vas por buen camino, porque todo llega para tu bien; es saborear la esencia del nuevo amanecer.

Sentir más la vida, es adentrarte en el misterio del amor, (porque todo lo que nace del amor, está llamado a prosperar); es adentrarse con pasión y un toque de locura, en las entrañas de la vida, como una fiesta para gozar no para sufrir y penetrar en el misterio de la muerte, tomando conciencia de la temporalidad y del poder que radica en ti mismo.

Sentir más la vida, “es superar el enojo con tranquilidad, superar la maldad con la bondad, superar la mentira con la verdad, superar el ruido con el silencio y superar el odio con el amor” es superarte a ti mismo, no rindiéndote jamás, si es necesario; es comenzar de nuevo, retomado el vuelo, para continuar el viaje, para perseguir tus sueños…para destapar el cielo con una pisca de amor y una chispa de buen sentido del humor.

A propósito de humor, El Filósofo de Güémez aprendiendo de la genialidad que vibra en el colectivo popular afirma:

“El pela’o viejo y rico que se casa con una mujer joven y llena de ardiente carnalidad, está como la oreja del toro de Güémez: muy lejos de las pompis… ¡PERO MUY CERCA DE LOS CUERNOS!”

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