Opinión

El Filósofo de Güémez / Ónde se da más el café

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Por Ramón Durón Ruiz

Hay una frase que me encanta: “No te compares con nadie, mantén tu cabeza bien en alto y recuerda: No eres ni mejor ni peor, simplemente eres tú y eso nadie lo puede superar”

La moraleja es formidable cuando aprendes a ser tú mismo, a ver tu vida con amor, a amarte y respetarte tal cual eres, te aceptarás a ti mismo y quien se acepta a sí mismo confía en que el universo conspira a su favor para optimizar el tiempo y ser profundamente feliz.

Nadie puede dar lo que no tiene y cuando hay amor a ti mismo en tu alma, tu visión del universo se magnifica, manteniéndote lejos del ego y del orgullo y aprendiendo a dominar tu carácter, entonces no engañas a nadie con falsas posturas, dominas el miedo y como por arte de magia, planteas adecuadamente las cosas y se resuelven los problemas.

Cuando eres tú mismo, llega la auto-trasformación, te regocijas en una paz interior que te lleva al despertar al mirar hacia adentro y te empoderas de la vida, te auto-relacionas con tu Maestro Divino y llamas a las cosas por su nombre.

Entonces te auto-valoras, a la vez que reconoces el valor del tiempo y la palabra, que te ayudan a decorar tu alma, te sientes merecedor de respeto, amor y afecto, reconoces que no vives para que te acepten, sino para viajar en paz contigo mismo; tu presencia crea un ambiente de positividad, llega en automático la armonía, el equilibrio y el éxito.

En un mundo marcado por el desaliento, la violencia, y la tragedia humana del desánimo es un éxito contundente: la auto-aceptación que te lleva a aprobarte y valorar lo que eres y lo que tienes en su justa dimensión.

Cuando eres tú mismo, intimas con el racimo de tus valores, te amas plenamente, vas por el camino del crecimiento físico y de la evolución espiritual, viajas lleno de contento y en paz con lo que eres, te conviertes en un cocreador de tu realidad, creer en ti mismo es fundamental para tu alma como el agua lo es para tu cuerpo.

Cuando eres tú mismo, estas conectado con el amor incondicional, y en ésta vida todo lo que se hace por y con amor funciona.

Cuando eres una imitación –buena o mala– de otra persona, en tu vida hay incomodidad y soledad, te preocupas mucho por el qué dirán, razonas mucho pero no sientes la rica tersura de la vida, entonces no marcas la diferencia.

Creer en ti mismo, eleva tu autoestima, te aleja del perfeccionismo y la imitación, te conecta con la fuente primaria del amor, trabajas en la conquista más importante… ¡la conquista de ti mismo!, entonces, se revela tu indomable espíritu.

Cuando eres tú mismo, enfrentas el desafío de no ser alguien del montón, llenas tu trinidad mente-cuerpo-alma, de valores, eres consciente de tu grandeza, y confías en que el universo te enseñará a resarcir los errores e intentar algo nuevo.

Cuando eres tú mismo, trabajas en tu felicidad, reconoces que ésta no viene de las cosas materiales sino de tu interior; te conviertes en alguien que no se rinde, que siempre tiene una razón para luchar, que justiprecia el valor de las cosas, alguien que no existía y cada día que pasa, te das cuenta que maduras con sabiduría.

Cuando eres tú mismo, reconoces que la vida es una fiesta, te haces amigo de las diez medicinas para el alma: luz, sol, descanso, ejercicio, dieta, confianza, felicidad, paz interior, alegría y amor, entonces en automático te conectas con una vida saludable.

Cuando eres tú mismo, vives a plenitud, crees en tu poder de vida, que se compone de pequeñas cosas, creas Historias de Éxito, tienes una visión positiva del presente y del futuro, le das vida a tu vida concentrándote en el HOY que te provee de algo por qué vivir, sirves con pasión y alegría, aprovechas cada instante para construir con dignidad tu historia.

Cuando eres tú mismo, haces a un lado el miedo al cambio, vives satisfecho, porque no tienes tiempo para criticar o quejarte, desde dentro encuentras el sentido para ser y vivir, vives el proceso impredecible de la vida con amor incondicional, gozas de tu unicidad y de lo esencia, te alegras por el nuevo amanecer, reconoces que no eres más, tampoco menos que nadie, disfrutas de tu individualidad, con coraje entiendes y enfrentas cada problema como una oportunidad para ser mejor.

Resulta que “llega un grupo de estudiantes de la Facultad de Agronomía a saludar al campesino de allá mesmo, uno de ellos le pregunta:

— Filósofo, tú que eres un viejo sabio, dinos: ¿En qué parte del país se da más café?

— Pues, ‘onde se da más café en nuestro país… ¡ES EN LOS VELORIOS!”

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