Opinión

El Filósofo de Güémez / ¡Ayyy señor, cállese!

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«Después de ganar varios concursos de arquería, el joven y jactancioso campeón retó a un maestro Zen que era reconocido por su destreza como arquero. El joven demostró una notable técnica cuando le dio al ojo de un lejano toro en el primer intento, y luego partió esa flecha con el segundo tiro.

— ¡Ahí está!, –le dijo al viejo–, ‘¡a ver si puedes igualar eso!’.

Inmutable, el maestro no desenfundo su arco, pero invitó al joven arquero a que lo siguiera hacia la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, el campeón lo siguió hacia lo alto de la montaña hasta que llegaron a un profundo abismo atravesado por un frágil y tembloroso tronco.

Parado con calma en el medio del inestable y ciertamente peligroso puente, el viejo eligió como blanco un lejano árbol, desenfundó su arco, y disparó un tiro limpio y directo.

— Ahora es tu turno, –dijo mientras se paraba graciosamente en tierra firme.

Contemplando con terror el abismo aparentemente sin fondo, el joven no pudo obligarse a subir al tronco, y menos a hacer el tiro.

— Tienes mucha habilidad con el arco, –dijo el maestro–, pero tienes poca habilidad con la mente que te hace errar el tiro.»1

A éste viejo Filósofo le encantan los cuentos, creo que tienen la inocencia que enseña; poseen la magia suficiente para llevarte a una profunda reflexión, logrando penetrar a lo más recóndito de tu ser y renovar tu vida.

Los cuentos, tienen respuestas a las preguntas del alma, en la senda de la vida sirven para “alumbrar el camino y traer la luz que se necesita para no extraviarse, son tan sabios que conocen la música del corazón” será porque están escritos con amor… para sembrar amor.

Los cuentos, son salud pura para el ser holístico que eres, con reflexiones sutiles, te invitan a cantar tus penas, para que disminuyan y desempoderarlas; y contar tus éxitos, para que se afiancen y se repitan. Sus moralejas te enseñan a ver la vida con los ojos del alma, entonces sabrás optimizar tu tiempo y entender cuando es el momento adecuado.

Es a través de los cuentos que alimentas a tu Maestro Interior, siempre pleno de sabiduría e intuición y tomas conciencia del poder de la meditación y el recogimiento espiritual, que te llevan a disfrutar plenamente el aquí y el ahora.

Este campesino de Güémez sabe que por medio de los cuentos, brota el manantial inagotable de la felicidad que hay en ti, llega de la mano del buen sentido del humor, de una pisca de amor y otra de espontaneidad, que tienen la virtud de aligerar la carga, y te recuerdan quién eres, entonces tu trinidad mente-cuerpo-alma, baila al mismo ritmo y en un mismo tiempo.

Leer, escuchar o contar cuentos, enfoca tu atención en tus poderes, te transforma en un ser renovado, te lleva a viajar por el universo, te ensimisma en “tu mágica mismidad”, es un ejercicio mental-espiritual que trae paz al alma, aquieta los miedos, “que se expresan bajo la apariencia de la ira, la envidia, ansiedad, tristeza, escases, etc.”, acrecientan el amor y te conducen a reflexionar en la búsqueda de tu brújula interior.

“La vida en sí, es el más maravilloso cuento” que encubre el lucimiento de la felicidad, cuando te das tiempo de penetrar en ellos, ves que están escritos en un lenguaje universal: el amor, en cualquiera de sus manifestaciones: “alegría, paz, perdón, compasión;” que te ayudan a desarrollar tu innata intuición e inagotable imaginería, y a enamorarte de la rica policromía del universo.

Los cuentos orales, son diferentes en la voz de cada narrador, que haciendo juegos malabares con el poder de la palabra y de sus historias, atrapan tus sentidos, llevándote a abrir espacios a la reflexión de los errores, a extasiarte con tus éxitos, que vencen la inercia de tus indecisiones, conduciéndote a converger con tu luz, a vivir con calidad y calidez en el presente y reencontrarte con tu Divinidad Interior.

Resulta que “un grupo de terroristas secuestran un avión, el líder de ellos un negro como de dos metros de estatura, cuerpo de roble, piernas voluminosas y brazos marcados, dice por el altavoz:

— ¡Los vamos a violar a todos!

Un pasajero responde:

— ¿Por qué no violan sólo a las mujeres?

Un gay que iba a su lado le dice:

— ¡Ayyy señor, cállese…! ¡QUE USTED NO SABE NADA DE TERRORISMO!

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