Hoy colabora con nosotros: Renata Castro
INTRODUCCION
En los últimos meses, nuestro país ha vivido, una verdadera revolución en torno, al multicitado tema de la igualdad de género, en la postulación de candidatas para los cargos de elección popular, motivo por el cual me siento inspirada, para compartirles mi muy humilde opinión al respecto, con el derecho que me da mi condición, de ser una orgullosa mujer mexicana, como Usted.
Primeramente empecemos por el principio, valga la redundancia, y es que esta corriente política que han tomados los partidos y los congresos locales del país, en donde han modificado sus estatutos y leyes, para asegurar la participación de las mujeres en los cargos de elección popular, no es ninguna coincidencia, cabe mencionar que la ONU Mujeres, organismo internacional que en síntesis coadyuda para la protección de los derechos de las mujeres, emitió serias recomendaciones para los países de américa latina, en relación a la participación política de las mujeres, hace meses publicó en su portal de internet, un manual de empoderamiento que habla a detalle de esta iniciativa, el cual es altamente recomendado que todas las mujeres leamos tranquilamente, con lo anterior quiero dejar en claro que la “equidad de género” no es mérito partidista, mucho menos una coincidencia, menos en política, donde nada, nada es coincidencia.
Si efectivamente el año 2015, puede quedar grabado en las páginas de la historia política de nuestro amado país, como el año en el que la participación de la mujer en cargos de elección popular se hizo, “necesaria” o para llamarla más bonito “estatutaria” y vimos en la designación de los diputados federales y gubernaturas, nombres de mujeres tanto por el método uninominal como el plurinominal, y gracias a la reforma política, sabemos que las suplencias de cada puesto también tienen que ser ocupadas por mujeres, para que ya no se aplique la vieja práctica de dejar que la mujer contienda, gane y después que renuncie para que el hombre suplente suba al cargo. Hasta ahí vamos muy bien no?
Hasta este punto me siento orgullosa de militar y trabajar en y por un partido que está llevando de la teoría a la práctica, la inclusión de la mujer, pero aquí, queridos amigos, se presenta la primera contradicción de la bien ponderada “ley de equidad de género”.
PARTE UNO
1.- IMPOSICION DE LA MUJER EN LA POLITICA,
Si así es, para quienes trabajamos en la política en cualquier esfera o trinchera, creo que hemos escuchado mínimo a un hombre decir “ y ahora a fuerzas tenemos que poner a una vieja”, para nosotras las mujeres la ley de equidad de género viene a ser, un logro en la lucha de muchas mujeres que fueron las pioneras, visionarias y guerreras, que entregaron su vida y trayectoria política, para demostrar que de las faldas de una mujer también se pueden desarrollar políticas públicas efectivas, y que el papel que juega una mujer no se limita a representar al sistema para desarrollo integral de la familia, por ser la “esposa de”, quiero manifestar, que creo profundamente en la capacidad multifacética y talentosa, de cada mujer mexicana, y no lo creo, porque me siento bendecida por ser mujer, mexicana y tamaulipeca, sino porque soy testigo presencial de muchas historias de matriarcados, que han sacado adelante a la familia, que han desarrollado sus inquietudes profesionales, artísticas y creativas a niveles que ni ellas mismas imaginaron, aplaudo la postura de mi partido, y quisiera decir GRACIAS, sin embargo, la política mexicana, se ha distinguido por décadas ser de hueso colorado machista, por lo que a esta nueva regla del juego, los hombres la perciben como una sola cosa “la imposición de la mujer en la política” y no generalizo, quiero pensar que existen hombres que aplauden también esta iniciativa, pero desgraciadamente, no son los que toman las decisiones políticas de nuestro partido, la cruda realidad es que en la esfera de poder menor, de los municipios, esta iniciativa es percibida como una obligación de ceder posiciones a mujeres, porque “así lo dicta el partido” pero no porque lo consideren un justo premio al esfuerzo, por lo que la elección de la mujer a quien se le “regalara” dicha oportunidad está completamente viciada, por estereotipos sociales, y sobre todo por simple y vanas envidias laborales, que son el pan de todos los días en el mundo de la política. Dicho esto quiero pasar a la siguiente contradicción filosófica de este tema.