Howard G. Hendricks firma con meridiana sabiduría: “La enseñanza que deja huella, no es la que se hace de cabeza a cabeza… sino de corazón a corazón”
Y HOY que en nuestro país celebramos el DÍA DEL MAESTRO, desde lo más profundo de mi corazón elevo mi plegaria a DIOS para todos las Maestros mexicanos a través de la: Oración del Maestro:
Señor, HOY que la luz del alba ilumina mi ser, permíteme que te encomiende mi trabajo.
Ser Maestro es la vocación de mi vida.
Dame HOY la paciencia de Job, los sueños de José, la sabiduría de Salomón y la humildad de Jesús, para encender el fuego del deseo; de buscar cada día ser mejor, de activar su voluntad, la curiosidad, el conocimiento, su expresión creativa y su íntima sabiduría, para mover su corazón a sembrar el inacabable deseo de jamás dejar de aprender… para evolucionar y crecer.
¡Gracias Padre! por darme la oportunidad de tocar almas y trabajar para formar nuevos y mejores mexicanos, hombres y mujeres que se amen, respeten y crean en sí mismos, que eleven su autoestima y gratitud por el milagro de la vida, que sepan que hay un universo mágico del saber que los está esperando.
Enséñame Señor, para trasmitirles que la educación es el camino para ascender a una dimensión superior, para que confiando y fluyendo con el universo, se inspiren para que encuentren en el cambio la naturaleza de las cosas, para que conectándonos con su Maestro Interior encuentren el sentido de sí mismo y el valor de su libertad.
Ayúdame Padre a formar hombres de carácter y de valores, para que hagan cosas nuevas que cambien el mundo; permíteme querer y respetar a mis alumnos, con la misma ternura que tú nos amas a nosotros.
Padre, soy la extensión de tu trabajo, dame sabiduría para conducirlos por el camino del bien; pon en mi boca palabras amorosas y sabias que les guíen y les enseñen para la vida; que desarrollen sus sentidos, inteligencia y espíritu.
Señor, permíteme reconocer e impulsar sus capacidades y habilidades, darle aire a sus sueños, ánimo para la vida y que no quebranten su espíritu, reconociendo sus éxitos, motivándolos para seguir adelante, porque triunfar es a pesar del vendaval y los tropiezos, arriar velas y… seguir adelante.
Padre, ilumíname para luchar contra la ignorancia, para descubrir y potenciar sus aptitudes, para enseñarles más que con mis palabras, con mi ejemplo, permíteme proponer, no imponer y acompañarlos y cuidarlos en su evolución y crecimiento, fortaleciendo sus dones y orientando la expresión Divina que vive en su interior.
Señor, permíteme enseñarles a simplificar, sin restar esencia; enciende fuego en mi alma, para llevar luz a su corazón, para que aprendan a disfrutar la vida, dando con amor incondicional; cuando enseñe a mis alumnos haz que contemple al universo en cada uno de ellos.
¡Gracias Padre! por permitirme despertar conciencias a la vida y cooperar para crear un mejor mundo para el mañana.
AMÉN
Un Maestro sabio reconoce que la vida es como el teatro, hay tres tonos: el dramático, el trágico y el humorístico. Cada quien escoge el suyo. El Filósofo de Güémez escoge el humorístico.
Resulta que el Maestro del pueblo, tenía “los frijoles muy cerca de la lumbre” es decir gozaba de un carácter de la tiznada, le dice al alumno:
–– En mi clase hay dos puntos de vista y el tuyo… ¡Me vale madre!
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