Revelaciones de espionaje ruso alentadas por Trump que podrían echarlo de la Casa Blanca
Lo que comenzó como una especie de estrategia electoral cuando aún no se realizaba la votación que le dio el triunfo a Donald Trump en noviembre del año pasado, se convirtió en una investigación auténtica que fue creciendo gradualmente hasta alcanzar forma de asunto serio ya con el republicano en la Casa Blanca, y el escándalo político hoy en día es tal, que por el curso al cual está llevando la indagatoria bien se plantea la posibilidad de un eventual cambio en la presidencia de los Estados Unidos.
Lo que comenzó como una especie de estrategia electoral cuando aún no se realizaba la votación que le dio el triunfo a Donald Trump en noviembre del año pasado, se convirtió en una investigación auténtica que fue creciendo gradualmente hasta alcanzar forma de asunto serio ya con el republicano en la Casa Blanca, y el escándalo político hoy en día es tal, que por el curso al cual está llevando la indagatoria bien se plantea la posibilidad de un eventual cambio en la presidencia de los Estados Unidos.
En un nuevo «Watergate», apunta a transformarse el problema en el que cada vez se ve más envuelto el empresario metido a político, quien con todo y el despido de un funcionario clave en cuanto a aportación de informes y documentos oficiales, no parece ir mejorando en la percepción de un amplio sector de la sociedad norteamericana, dueños de empresas y medios periodísticos incluidos.
Un ejemplo, tan sólo, de eso último, es la portada de la muy prestigiada e históricamente influyente revista Time, que en su edición de junio próximo está dedicada en su mayor parte a analizar, desmenuzar la situación legal del mandatario ante el surgimiento de testimonios verbales y pruebas documentadas que le relacionan con el gobierno ruso y un probable espionaje orquestado desde el Kremlin.
Legisladores estadounidenses de ambos partidos, demócrata y republicano, han integrado una comisión que acabaría, en un caso extremo pero no tan alejado de la realidad, llevando a comparecer frente a ellos al magnate cuya primera y única incursión activa en unas elecciones de su país ha pasado de ser una simple aventura a una verdadera odisea para él, aunque alentada por sí mismo.
Cuatro décadas han transcurrido desde que Richard Nixon se vio obligado a renunciar a su segundo mandato al frente de la Unión Americana, cuando éste ya había avanzado, tras el descubrimiento de acciones de espionaje político en el hotel Watergate, y aquella despedida pública al abandonar la Casa Blanca, que se tornó en imagen legendaria y casi emblemática para la cultura popular del mundo occidental, podría ser desplazada en un tiempo no tan largo si es que Donald Trump corre con la misma suerte.