Feminicidios, enfrentamientos entre crimen organizado y militares, suicidios, asesinatos, asaltos, violaciones, toma de carreteras… No, no estoy escribiendo una historia de terror o suspenso. Es la realidad que están viviendo miles de mexicanos. La historia de ultratumba que está siendo escrita con sangre en la memoria y que se leerá en los libros de historia de las siguientes generaciones.
México, el país que tiene todo para el progreso: recursos naturales, fauna, playas, cultura, historia plasmada en pirámides e iglesias. El país que es grande por su riqueza interracial, rico por su mezcla de culturas. El México progresista de Porfirio Díaz, el que cuenta con una de las mejores universidades a nivel mundial, esa misma universidad que albergó un crimen de feminicidio, en el que el tercer día de este mes fue descubierto el cadáver de una mujer que fue asesinada.
¿Dónde quedó el país que iba en crecimiento? ¿Dónde quedaron los mexicanos solidarios y de buen corazón? ¿Dónde quedaron las utopías?
Los noticias positivas, esas que hablan de la investigación y de las nuevas fuentes de empleo, esas que alegran un poco al corazón, se ven ensombrecidas con la nota roja de todos los noticieros. El país está dolido, en cada rincón hay una familia llorando a sus muertos, en cada comunidad hay una madre rezando por encontrar a sus desaparecidos, en este momento hay alguien cuidando a sus heridos en hospitales que no cuentan con los instrumentos y las medicinas necesarias porque al gobierno “no le alcanza” para cubrir este tipo de necesidades.
Y mientras tanto la gasolina sigue subiendo y con ella todos los productos de primera necesidad, y sí, también suben los índices de delincuencia, se abre campo el nuevo crimen organizado, los ordeñadores de ductos de PEMEX, los “huachicoleros”, esos que ya tuvieron entrenamiento con el ejército y que les importa muy poco exponer a quien sea ocasionando una explosión como la de San Juanico o la de Texmelucan.
El México de Paz, es justamente de lo que más carece. No importa cuán apático seas, tarde o temprano te va a doler, voltees a donde voltees la realidad te va golpear.
¿Hay esperanza? Sí, siempre la habrá, mientras haya alguien que vaya por el camino correcto, mientras alguien sienta empatía y tenga ganas de ayudar y de mejorarse a sí mismo hay esperanza.