El Congreso del Estado de Tamaulipas fue testigo de un acto que, aunque humilde en su forma, tiene un significado profundo en el contexto político y social de la entidad: la inauguración de la exposición y venta de muebles y artesanías elaboradas por personas privadas de la libertad (PPLs) en los Centros de Ejecución de Sanciones (CEDES). Este evento no solo destacó las habilidades de los internos, sino que subrayó la importancia del trabajo interinstitucional, una alianza que se traduce en una verdadera oportunidad de cambio para aquellos que buscan reconstruir su vida después de cumplir una condena.
Bajo el liderazgo del presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado, Humberto Armando Prieto Herrera, esta iniciativa ha cobrado una relevancia que trasciende el simple acto de exhibir productos hechos a mano. Prieto, con su enfoque decidido en la reinserción social, ha entendido que el trabajo no es solo una herramienta económica, sino un vehículo de transformación personal y social. La frase de Prieto durante la inauguración, que «el trabajo es, sin duda, una herramienta de transformación», resuena como un compromiso sólido con la dignidad humana, fortaleciendo la idea de que el sistema penitenciario puede y debe ser un puente hacia la rehabilitación, no una condena perpetua.
El Congreso de Tamaulipas ha sido el escenario ideal para este proyecto, gracias a la disposición de Prieto para apoyar y promover iniciativas que contribuyan a la reintegración de las personas privadas de su libertad. Más allá de las exposiciones, lo que verdaderamente marca la diferencia es el esfuerzo por generar condiciones para que estos individuos no solo encuentren una forma de ganarse la vida, sino que tengan una oportunidad real de comenzar de nuevo, con un apoyo institucional que les ayude a recuperar la confianza en sí mismos y en su sociedad.
El trabajo de las personas en los CEDES, que incluye la creación de utensilios de cocina, cuadros, sillas y mesas de madera de pino, mezquite, sabino, cedro y ébano, no solo refleja el talento y las capacidades artesanales, sino también el empoderamiento que se les otorga al ser considerados valiosos dentro de un sistema que a menudo los excluye. Al mismo tiempo, estos productos representan una puerta abierta para sus familias, quienes se benefician del impulso a la economía local y del apoyo moral que representa ver a sus seres queridos haciendo un trabajo digno.
En esta tarea, Humberto Prieto ha logrado algo que muchos políticos no han podido: trascender la política partidaria y el enfoque utilitario de las acciones gubernamentales. Este proyecto es una muestra de que se puede hacer política con sentido humano, enfocado en las personas, en sus necesidades y en sus posibilidades de cambio. Prieto ha demostrado que, para un político, la verdadera medida del éxito no está en el número de logros personales, sino en la capacidad de impactar positivamente en la vida de los ciudadanos más vulnerables.
En la intimidad… El mundo entero se ha visto sorprendido por la noticia de la dimisión del papa Francisco, un hecho que marca un hito en la historia moderna del Vaticano. En la intimidad de los pasillos papales, donde la política religiosa se mezcla con la espiritualidad, surge la pregunta inevitable: ¿quién asumirá el papado después de este histórico retiro?
Los rumores ya han comenzado a circular sobre los posibles sucesores. Entre los nombres más mencionados se encuentra el cardenal Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano, cuya cercanía con el Papa y su experiencia diplomática lo colocan como un candidato fuerte. Otro nombre que no pasa desapercibido es el cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, cuya popularidad en Asia y su enfoque pastoral lo han hecho ganarse el respeto de muchos dentro y fuera de la Iglesia.
Sin embargo, no son solo los prelados más conocidos quienes tienen posibilidades. Hay quienes sugieren que el próximo papa podría provenir de África o América Latina, regiones que han visto un auge en el número de fieles y que, a su vez, reflejan el cambio global dentro de la Iglesia. Entre los nombres que podrían representar un giro hacia un papado más inclusivo y global, el cardenal de Kinshasa, Fridolin Ambongo Besungu, y el cardenal mexicano, Carlos Aguiar Retes, surgen como opciones a considerar.
Lo cierto es que, como siempre, el proceso concluyente será un enigma, pues las decisiones dentro del Vaticano se mantienen bajo un manto de secretismo. Sin embargo, lo que está claro es que el próximo papa tendrá el desafío de liderar una Iglesia que se enfrenta a cuestiones sociales y políticas cada vez más complejas, y de hacerlo con la misma sabiduría y humildad que mostró Francisco durante su papado.
El futuro del papado está lleno de posibilidades, pero lo más importante es que quien asuma el cargo llevará consigo el legado de un pontificado que, sin duda, marcó una era de reformas y de mayor cercanía con el pueblo de Dios. La pregunta es, ¿quién tendrá el coraje de continuar esa labor, o quién llevará la Iglesia hacia un nuevo rumbo? Solo el tiempo lo dirá.
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