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Opinión

Conocimiento, transparencia y salud pública

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Tamaulipas necesita menos discursos bonitos y más acciones bien fundamentadas, como las que esta semana marcaron un precedente de gran valor público. La Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y la Auditoría Superior del Estado (ASE) firmaron un convenio de colaboración que no debe pasar desapercibido, no solo por su valor institucional, sino por lo que representa para la sociedad tamaulipeca.

Encabezada por el rector Dámaso Anaya Alvarado y el auditor Francisco Antonio Noriega Orozco, esta alianza se convierte en una herramienta de transformación real, no solo para formar profesionales capaces, sino también para empujar desde la academia una auténtica cultura de legalidad, transparencia y rendición de cuentas. En un estado donde la opacidad ha sido, históricamente, el camino más corto para el poder, este tipo de acuerdos representan una ruptura con la costumbre.

La UAT no solo busca formar técnicos o profesionistas, sino individuos con pensamiento crítico y compromiso ético. Esa es la diferencia entre instruir y educar. Y si la Auditoría Superior del Estado tiene claro que varios de sus cuadros más valiosos egresaron de la máxima casa de estudios tamaulipeca, entonces es momento de devolverle a la universidad el lugar que merece como motor del cambio estructural.
Este convenio tiene, además, una dimensión profundamente social.

En un estado golpeado por décadas de mala administración, de corrupción y de simulación burocrática, resulta alentador ver que dos instituciones tan importantes deciden unir esfuerzos para mejorar la calidad del servicio público. Porque aquí se trata no solo de eficientar, sino de humanizar la función pública.

Y si de buenas señales hablamos, vale la pena subrayar lo dicho por Dámaso Anaya: este no es solo un acto jurídico, sino un ejercicio de confianza mutua. Ojalá esa confianza se traduzca en resultados tangibles, porque Tamaulipas necesita más instituciones fuertes y menos figuras decorativas.

En la intimidad… La política se viste de coherencia cuando el discurso ambientalista no solo se pregona, sino se legisla. En este contexto, el diputado local Pepe Schekaiban dio un paso significativo al presentar una iniciativa de ley para eliminar el uso de desechables no biodegradables dentro del Congreso del Estado.

El legislador panista fue claro: si los cambios no empiezan en casa, difícilmente podrán exigirse afuera. Y tiene razón. Su propuesta, ya aprobada por el pleno, no solo plantea eliminar plásticos y unicel del recinto legislativo, sino que pretende generar una cultura de sustentabilidad que permee en todas las instituciones públicas.

Más allá de la retórica, el diputado Schekaiban entiende que las leyes deben ser el reflejo de una voluntad real de transformación. Su propuesta apunta a un cambio cultural, lento pero necesario, que nos obligue a pensar en el futuro desde las decisiones del presente. Porque hablar de sustentabilidad no es moda, es responsabilidad.

Y mientras la educación y la legislación avanzan con pasos firmes, la Secretaría de Salud del estado no se queda atrás. Esta semana instaló dispensarios médicos inteligentes en distintos puntos de Tamaulipas, incluyendo el Congreso del Estado, para realizar tamizajes cardiovasculares.

El secretario Vicente Joel Hernández Navarro explicó que esta estrategia permite alimentar una plataforma digital con datos clínicos en tiempo real, lo que permite identificar pacientes con riesgos cardíacos y brindarles atención inmediata a través de la aplicación Emergencias en Salud. En esta primera etapa se atendieron más de mil personas, y eso no es poca cosa.

Se trata de una política pública bien dirigida, con un enfoque preventivo y apoyada en la tecnología. Aquí no hay promesas huecas, sino acciones que literalmente pueden salvar vidas. Si esta dinámica se mantiene y se fortalece, podría convertirse en un modelo replicable a nivel nacional.

Estas tres historias —la educación, la legislación ambiental y la salud pública— nos recuerdan que sí se pueden hacer las cosas bien en Tamaulipas. Lo que falta es voluntad. Pero cuando esa voluntad se alinea entre instituciones comprometidas, los resultados se sienten, se miden y se celebran.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

Opinión

La columna vertebral

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En tiempos donde el desgaste institucional ha generado apatía ciudadana, el deporte vuelve a tomar el lugar que le corresponde como columna vertebral en la reconstrucción del tejido social. En el primer día del periodo vacacional, el gobernador Américo Villarreal Anaya se desplazó a diversas obras en Ciudad Victoria, confirmando que en Tamaulipas se están colocando cimientos más allá del concreto: se están levantando espacios para la convivencia, el desarrollo físico y la esperanza.

En su recorrido por la Unidad Deportiva Adolfo Ruiz Cortines, el mandatario supervisó una obra que representa mucho más que una inversión de 21 millones 500 mil pesos. La construcción de techumbre en las canchas de basquetbol, la rehabilitación de las áreas de voleibol y el equipamiento moderno con luminarias LED, tableros nuevos y sistemas sintéticos de amortiguamiento, son intervenciones que demuestran que el gobierno tiene claro que el deporte no solo se practica, también se cuida y se honra.

Lo acompañó el secretario de Obras Públicas, Pedro Cepeda Anaya, quien detalló las características técnicas del proyecto, reflejo de una planeación responsable y específica para las necesidades de las niñas, niños y jóvenes. En medio del recorrido, Villarreal Anaya lanzó un tiro a la canasta y encestó. Fue un momento simbólico: una canasta para la inclusión, la salud mental, la paz y la reconstrucción.

El recorrido también incluyó la visita al gimnasio Manuel Raga Navarro. Allí, con 93 por ciento de avance, las labores incluyen desde la colocación de duela de maple profesional hasta la instalación de sistemas de ventilación y aislamiento térmico. Se trata de una inversión de 6 millones 62 mil pesos que no solo renovará una instalación icónica, sino que elevará la calidad del deporte tamaulipeco al nivel de competencia nacional.

Más adelante, ya en la Escuela Normal Federal de Educadoras “Maestra Estefanía Castañeda”, el gobernador supervisó lo que será un nuevo gimnasio con gradas, foro y canchas, con una inversión de casi 12 millones de pesos. Estas instalaciones consolidan el compromiso con una formación integral para futuras educadoras, quienes replicarán este modelo de bienestar físico y emocional en las aulas.

El gobernador fue claro en su mensaje: las obras no son solo ladrillos y cemento, sino espacios para generar comunidad, salud y futuro. Con estos esfuerzos, se recupera el valor del espacio público como punto de encuentro, integración y cohesión. Se trata de sembrar una cultura de paz desde las canchas, donde el juego limpio sustituya la violencia y la participación reemplace al abandono.

En la intimidad… El Torneo Estatal de Beisbol Pre-Infantil, categoría 9-10 años, culminó con broche de oro en el legendario campo de “El Polvorín”, en Ciudad Madero. El equipo de Matamoros se coronó campeón tras derrotar 12 carreras a 0 a la Liga Aguayo, alzando el trofeo del certamen “Erasmo González Robledo”.

Durante tres intensos días de competencia, del 17 al 20 de julio, pequeños grandes peloteros de municipios como Altamira, Reynosa, Aldama, Tampico, Ciudad Victoria y Río Bravo dejaron el alma en el diamante por un lugar en el campeonato nacional que se jugará en agosto, en Querétaro.

El campo de “El Polvorín” lució impecable. Después de años en pausa, volvió con fuerza como escenario de una competencia de alto nivel. El mérito es de quienes lo cuidan, lo mantienen y le han devuelto vida. Lo han convertido en un punto de encuentro donde se respira beisbol, historia y comunidad. Este icónico campo refleja  el esfuerzo de gente que no aparece en discursos, pero que hace posible que la niñez viva el deporte como lo que debe ser: una fiesta, un reto, un espacio para crecer.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

Vivir en tiempos de likes y viralidad

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Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com

En un mundo donde estar presente en redes sociales es fundamental para ser
visibilizado, también hay que considerar el impacto que la presencia digital tiene
en nuestras vidas. En ocasiones puede influir de forma positiva si es que la
viralización de contenidos fortalece nuestra imagen o impulsa un negocio, pero
también es fundamental considerar los riesgos del mundo virtual, entre ellos el ser
partícipe de un momento viral aún sin nuestro consentimiento, como es el caso del
ex CEO de Astronomer, Andy Byron.
Un concierto de Coldplay en el Gillette Stadium, ante más de 60,000 personas y
unos segundos en la “Kiss cam” fue todo lo necesario para que la vida de Andy
Byron y Kristin Cabot, quien también laboraba en la empresa como jefa de
Recursos humanos, se transformara por completo el pasado 16 de julio, pues al
ser captados por la cámara mientras se abrazaban, ambos reaccionaron de
manera evasiva y sorpresiva.
Al ver la reacción de la supuesta pareja el vocalista del Coldplay incluso bromeó
diciendo que eran muy tímidos o tenían una aventura, por lo que el momento se
viralizó a nivel mundial y de inmediato se ventilaron datos privados de los
personajes como sus nombres, puestos de trabajo y que ambos estaban en
matrimonios con otras personas. La situación escaló dejando memes y hasta un
videojuego que invita a descubrir a la pareja en medio de la multitud para
acumular puntos.
Lo que comenzó como una escena aparentemente inofensiva se convirtió en una
crisis corporativa. En menos de 48 horas, Byron fue puesto en licencia
administrativa, su vida personal se expuso en redes y, finalmente, presentó su
renuncia. Kristin Cabot también fue apartada de su cargo mientras Astronomer
iniciaba una investigación interna. Aunque ninguno de los dos hizo declaraciones
públicas, los usuarios en redes se convirtieron en jueces implacables, emitiendo
veredictos sin contexto ni derecho a réplica.
Este fenómeno, cada vez más común, plantea preguntas importantes sobre los
límites entre lo público y lo privado en la era digital. ¿Debe una figura empresarial
responder por su vida privada si no ha cometido un delito? ¿Es ético consumir y
difundir contenido viral que puede arruinar una carrera?
Casos como el de Andy Byron contrastan con otros donde la viralidad ha tenido
efectos positivos. Tal es el ejemplo de la cantante Connie Francis, quien volvió al

ojo público cuando su canción “Pretty Little Baby” de 1962 se popularizó en TikTok.
La canción acumuló más de 10 mil millones de vistas en redes sociales y superó
los 80 millones de reproducciones en Spotify. A sus 87 años, Francis expresó su
emoción por reconectar con nuevas generaciones antes de fallecer semanas
después. Su historia muestra cómo un momento viral también puede convertirse
en una segunda oportunidad.
Según DataReportal, las personas pasan en promedio 2 horas y 27 minutos al día
en redes sociales; en países como México, la cifra supera las 4 horas. En ese
tiempo, se consumen cientos de publicaciones que pueden amplificarse de forma
desproporcionada. La Dra. Clara Montes, especialista en ética digital, advierte: “La
viralidad no distingue entre lo escandaloso y lo relevante. Las redes impulsan una
cultura del juicio inmediato, donde los matices desaparecen”. Por su parte, el
consultor en reputación corporativa Eduardo Salas señala: “Los líderes actuales
deben entender que su imagen no les pertenece del todo. Representan a sus
empresas incluso fuera de la oficina”.
La exposición pública puede ser parte del rol de un líder, pero cuando esa
visibilidad se alimenta de suposiciones más que de hechos, se convierte en una
forma moderna de linchamiento. Ante esto, es fundamental que como sociedad
seamos más conscientes del poder que tenemos al compartir contenido, ya no es
solo responsabilidad de quien crea algo, sino también de los usuarios en general.
Establecer límites digitales, cuidar nuestra privacidad y practicar la empatía no
solo nos protege, también humaniza el entorno digital. En tiempos de viralidad,
pensar antes de juzgar podría ser el acto más revolucionario.

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Vacaciones seguras, pero con conciencia

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Cada temporada vacacional, los gobiernos en turno lanzan campañas para invitar al turismo a disfrutar los destinos que ofrece Tamaulipas, acompañadas por los habituales recordatorios de seguridad.

Esta vez, no es distinto. Desde Ciudad Victoria, el secretario de Turismo, Benjamín Hernández Rodríguez, hizo un llamado a las y los visitantes a respetar la señalética, las banderas de advertencia y las instrucciones de las autoridades para tener una experiencia segura en playas y puntos turísticos.

Se aplaude la intención. La presencia de 90 guardavidas distribuidos en el litoral tamaulipeco es una acción necesaria, pero no suficiente. El Estado debe estar presente, sí, pero no debe cargar con la narrativa paternalista de que es el gran protector omnipresente que evitará cualquier tragedia. La corresponsabilidad debe recaer también en los visitantes, sin disfrazar la omisión institucional como si todo se tratara de voluntad ciudadana.

La seguridad en vacaciones no debe reducirse a colocar banderas de colores. El operativo anunciado por el gobierno de Américo Villarreal Anaya, en coordinación con los tres niveles de gobierno, tiene como propósito reforzar la vigilancia en carreteras y destinos turísticos. Es correcto, pero resulta tibio si no se acompaña de un sistema de monitoreo efectivo, personal suficiente, infraestructura adecuada y políticas públicas claras de sostenibilidad ambiental.

El exhorto del secretario a no tirar basura y cuidar el entorno no es nuevo. La diferencia estaría en que el discurso venga también acompañado de medidas firmes: vigilancia ecológica, multas, o una campaña permanente que eduque, no solo que “recomiende”. No basta con pedirle al visitante que no arroje colillas o que no beba antes de meterse al mar. Hay que exigir, legislar y ejecutar.

En este contexto, la iniciativa de explicar el significado de las banderas —negra, roja, amarilla, azul y verde— es acertada. Pero aún falta. Falta que todos los cuerpos de seguridad estén realmente capacitados en atención turística y primeros auxilios, que las zonas recreativas tengan una infraestructura segura, y que el turismo sea inclusivo y ordenado.

El turismo en Tamaulipas necesita más que exhortos. Requiere profesionalismo, inversión constante y decisiones valientes. Porque aunque los discursos institucionales insistan en la idea de “un retorno seguro a casa”, la seguridad se construye con hechos, no con comunicados.

En la intimidad…  Concluyó con éxito la participación de Tampico en “Punto México”, un escaparate turístico nacional impulsado desde la Secretaría de Turismo federal. La presencia del municipio en este programa no fue un acto decorativo: fue una vitrina importante para el emprendimiento local y una oportunidad real de posicionamiento.

Mónica Villarreal Anaya, presidenta municipal de Tampico, encabezó esta iniciativa con un enfoque claro: llevar el nombre de la ciudad, sus productos y su cultura más allá del sur de Tamaulipas. Y lo logró. Desde las tortas de la barda, hasta bebidas populares como el ‘Tampico-Madero’, la “Huapilla” y el Escuis de Hierro, los sabores y colores de la ciudad se presentaron ante un público diverso, compuesto por medios de comunicación, promotores turísticos, agencias de viajes y visitantes curiosos.

Esta participación trasciende el acto protocolario. Es una apuesta por darle espacio y proyección a quienes muchas veces operan en silencio: los productores, artesanos y comerciantes locales. Punto México se convirtió así en una plataforma para la identidad tampiqueña, no solo como destino, sino como comunidad viva, creativa y resistente.

El agradecimiento expresado por la alcaldesa al gobernador Américo Villarreal y a la Secretaría de Turismo federal no es menor. En este tipo de eventos se juega el capital simbólico de las ciudades, pero también el futuro económico de muchos emprendedores. Apostarle a eso, es una decisión que sí vale la pena destacar.

davidcastellanost@hotmail.com
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La salud pública también ilumina

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Hay hechos que no caben en una simple estadística de cobertura médica. Hay acciones que devuelven algo tan esencial como la luz. Esta semana, cien adultos mayores del sur de Tamaulipas recuperaron la vista gracias a una campaña de cirugías de cataratas realizada en el Hospital General “Dr. Carlos Canseco” de Tampico. Sin reflectores desmedidos ni promesas grandilocuentes, el programa IMSS-Bienestar demostró que cuando se ejecuta con sentido humano, la salud pública puede ser motivo de orgullo.

La jornada, encabezada por el Dr. Marggid Rodríguez Avendaño, coordinador federal de IMSS-Bienestar en Tamaulipas, y el Dr. Joaquín Juárez Durán, director del nosocomio, representó la primera campaña gratuita de este tipo. Lo que hicieron fue simple en el papel, pero profundo en la vida de cada paciente: valoración médica integral, implante de lente intraocular y seguimiento personalizado, todo sin que los beneficiarios desembolsaran un solo peso.

Cien personas —en su mayoría abuelos y abuelas de Tampico, Madero y Altamira— volvieron a ver el rostro de sus seres queridos. No es una metáfora. Volvieron a ver. En el sector privado, una cirugía de estas características ronda los 50 mil pesos. Para quienes no tienen esa capacidad económica, la oscuridad suele ser un destino irreversible. Pero no esta vez.

“Devolverles esta luz es un acto de justicia y amor”, dijo Rodríguez Avendaño. Palabras precisas que resumen el espíritu de la política pública cuando se enfoca en lo esencial: la dignidad humana.

Esta no será la última campaña. IMSS-Bienestar ya prepara jornadas de prótesis, reconstrucción mamaria y cirugías de labio y paladar hendido para personas en condiciones de vulnerabilidad. Cuando los recursos públicos se destinan con precisión, sensibilidad y vocación de servicio, los resultados hablan por sí solos.

En un país donde las carencias del sistema de salud ocupan titulares todos los días, también es necesario hablar de lo que sí funciona. Porque esto también cuenta.

En la intimidad… En la Universidad Autónoma de Tamaulipas también hay motivos para reconocer y aplaudir. El rector Dámaso Anaya Alvarado encabezó la ceremonia de graduación de estudiantes del Centro de Idiomas para la Niñez y la Adolescencia (CeINA UAT), reafirmando el compromiso institucional con la formación integral desde temprana edad.

Acompañado de su esposa, la Lic. Isolda Rendón de Anaya, presidenta de Familia UAT, el rector celebró junto a niñas, niños y adolescentes el cierre de un ciclo de esfuerzo y aprendizaje, destacando el papel de las familias que confían en esta casa de estudios como aliada en el crecimiento académico de sus hijas e hijos.

Uno de los momentos más significativos fue el reconocimiento a nueve familias que durante más de una década han confiado su formación al CeINA UAT. Además, uno de los egresados celebró su graduación desde Canadá, una muestra del alcance que tiene hoy la UAT y su visión global.

Con una matrícula que pasará de 1,300 a 1,600 estudiantes, el programa de idiomas sigue consolidándose como una herramienta clave en la construcción del futuro de las nuevas generaciones. Esta fue la 31.ª generación del CeINA, integrada por 29 alumnos del nivel Junior Avanzado, quienes concluyeron su formación bilingüe en inglés.

La Universidad no solo está formando profesionistas. Está sembrando confianza, identidad y pertenencia desde la infancia.

davidcastellanost@hotmail.com

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