Después del susto… el día terminó con una caguama bien fría.
Debido a que en nuestro país las huelgas o manifestaciones laborales habían sido muy pocas, casi inexistentes durante los últimos años hasta que inició la 4ta Transformación, es evidente que los organismos sindicales mexicanos poco veían por los trabajadores o agremiados.
Precisamente el pasado mes de diciembre, la Confederación Sindical Internacional (CSI), expulsó a la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), por efectuar prácticas contrarias a los principios y valores de los trabajadores; después de esta tremenda patada a la espinilla, dichas agrupaciones mexicanas tendrán una reducción en sus participaciones dentro de organismos transcontinentales, como es el caso de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
No podemos pasar por alto que al paso de los días y semanas del nuevo gobierno federal, Napoleón Gómez Urrutia, presidente de la Comisión de Trabajo y Previsión Social del Senado, comenzó a fraguar la Confederación Sindical Internacional Democrática (CSID) -no diremos que pronto será el armado, perdón, obrero de Morena-
De Napito, se ha dicho mucho, pero después de más de una década fuera de México, regresó con toda la fuerza para remover el negocio sindical, que tiene una larga lista de sacrificadísimos líderes que aparentemente se han enriquecido a costa del trabajo de sus agremiados, como es el caso de Francisco Hernández Juárez, líder de los telefonistas con más de 40 años al frente; también están Víctor Flores Morales, del Sindicato de Ferrocarrileros, quien desde hace 24 años les representa; otro que parece inamovible es Víctor Fuentes del Villar, dirigente de los electricistas desde el 2005; y otros más que junto a éstos podrían comenzar a caer uno a uno, pero mucho dependerá si eligen jugar con la plantilla guinda de Morena.
Entonces ahora que el movimiento sindical mexicano está reestructurándose, las empresas comenzaron a padecer huelgas y paros laborales sin que se logre descifrar ¿quién está detrás de estos movimientos?, ¿la CTM o la CSID?
El último movimiento laboral más significativo comenzó desde hace más de una semana a través de redes sociales, y grupos de WhatsApp, me refiero al paro laboral dentro de los patios de maniobra de la empresa transnacional española Dragados Offshore, situada en la ciudad de Altamira, al sur de Tamaulipas.
El lunes comenzaron a realizar manifestaciones internas algunos obreros, exigían aumentos salariales, sin embargo, no alcanzaron a tener repercusión en todos los compañeros, pero el martes en la tarde noche, los insurgentes sindicalistas de esta compañía especializada en la industria energética, ya habían recibido la instrucción de impedirle el paso a los compañeros del turno nocturno, por lo que al menos unos 400 trabajadores de paileria, soldadura, así como los de oficio tuberos, argoneros y plataformeros pasaron la madrugada del miércoles frente a la puerta de la empresa española sin poder ingresar, la mayoría desconocía qué estaba sucediendo, pero en la mañana del miércoles los trabajadores del siguiente turno llegaron y se encontraron con sus compañeros “haciendo un plantón”, y también se les impidió el paso a trabajar. Estalló el movimiento y Dragados Offshore, quedó paralizada.
Al paso de las horas, solo algunos pudieron ingresar a sus centros de trabajo, la mayoría no se imaginó que estallaría el movimiento laboral y aunque eran ignorantes de las demandas laborales que unos cuantos exigían, recibir un aumento al salario era una buena opción para sumarse, sin dejar de lado las presiones de sus mismos compañeros; fueron horas de incertidumbre, de mirarse unos a otros sin saber qué o quién estaba detrás del movimiento, muchos de los trabajadores vestidos en overol azul tenían el rostro cubierto; entre el miedo, susto, y algarabía de lo que estaba sucediendo, nuevamente Tamaulipas vivía una nueva crisis social laboral. Un paro casi huelga que no deja la mejor de las imágenes para inversiones futuras. Pero que va, están en su derecho de exigir.
La empresa Dragados Offshore, con más de 40 años de experiencia en la construcción de plataformas marítimas para todo el mundo, tiene patios de maniobras en Altamira y Pueblo Viejo, al norte de Veracruz, hasta hace un par de años, habían recortado su plantilla laboral, de ser unos 3 mil obreros, descendió considerablemente, mucho tuvo que ver la crisis petrolera y claro, la guerra narca de México, esa que logró medio apaciguarse desde que la Marina y SEDENA, asumieron el control de la seguridad en Tamaulipas, debido a una estrategia del Gabinete Nacional de Seguridad (2012-2018).
Nadie puede olvidar que en el sur de Tamaulipas, los obreros y especialistas en trabajos industriales no encontraban trabajo, y el poco que había era muy castigado en sus salarios y prestaciones; hoy nadie se explica cómo es que sorpresivamente y aparentemente de la nada, estallan con mayor frecuencia los movimientos laborales… por cierto, lo que sucede en Dragados Offshore puede extenderse por todo el corredor industrial de Altamira, en donde se encuentran compañías de talla internacional con millonarias inversiones
¡Que alguien apacigüe los ánimos! Por lo pronto, hoy todo terminó con esa caguama pa’l susto.
Tamaulipas sigue en la mira de las autoridades de protección civil. Las lluvias constantes desde el pasado 24 de junio han elevado los niveles del río Guayalejo-Tamesí, encendiendo las alertas en el sur del estado.
La Coordinación Nacional de Protección Civil emitió un llamado preventivo que debe tomarse con absoluta seriedad.
El Consejo Estatal de Protección Civil ya se declaró en sesión permanente para coordinar esfuerzos entre los tres niveles de gobierno, anticipando un posible desbordamiento. Las estimaciones no son menores.
Según la Comisión Nacional del Agua, el caudal del Guayalejo-Tamesí ha alcanzado los 3 mil 239 metros cúbicos por segundo en la estación hidrométrica de Magiscatzin, con tránsito hacia el río Pánuco, y se prevé un gasto pico en las próximas 72 horas.
Esta situación coloca en riesgo a comunidades asentadas cerca de ríos y lagunas. Altamira, Tampico y Ciudad Madero figuran entre los municipios donde los efectos podrían sentirse con mayor fuerza.
En Altamira, la laguna Champayán ya advierte un incremento en sus niveles; en Tampico, la laguna del Chairel podría provocar encharcamientos; y en Madero, el Pánuco amenaza con arrastrar consigo la tranquilidad de las colonias ribereñas.
Las acciones de prevención se han activado bajo la consigna presidencial de la Gestión Integral del Riesgo. Las autoridades han desplegado personal a las zonas vulnerables, preparan evacuaciones preventivas y han posicionado equipo especializado en puntos estratégicos.
Además, ya están disponibles refugios temporales equipados para recibir a quienes deban abandonar sus viviendas.
Por ahora, el mensaje es claro: mantenerse informados a través de canales oficiales, no acercarse a las zonas de riesgo, tener lista una mochila de emergencia y, si es necesario, evacuar sin titubeos. El llamado también es a la responsabilidad ciudadana. Esta es una batalla donde la prevención puede marcar la diferencia entre una historia de resistencia o una tragedia.
Los números de contacto para reportar cualquier emergencia son el 911 y el 833-264-6445.
En la intimidad… En medio de la alerta por las lluvias, también hay buenas noticias que merecen celebrarse. La Universidad Autónoma de Tamaulipas, a través de la Facultad de Comercio, Administración y Ciencias Sociales en Nuevo Laredo, entregó constancias a la primera generación de la Maestría en Administración e Innovación Digital, un posgrado diseñado para responder a las exigencias del entorno empresarial y tecnológico actual.
Once egresados recibieron el reconocimiento por su esfuerzo académico, en un evento encabezado por el director René Adrián Salinas Salinas, quien subrayó el compromiso de la UAT, bajo la visión humanista del rector Dámaso Anaya Alvarado, por ofrecer programas que contribuyan al desarrollo regional y nacional.
Este nuevo programa se distingue por su enfoque estratégico y su visión interdisciplinaria, abarcando temas como Inteligencia de Negocios, Marketing Digital, Comercio Electrónico y Seguridad Informática. Además, se entregaron reconocimientos a nuevos titulados de la Maestría en Negocios, la Maestría en Derecho con Énfasis en Procesos Orales y el Doctorado en Administración.
En estos tiempos, donde la tecnología y la gestión digital abren nuevas puertas, estos egresados son una bocanada de aire fresco para la sociedad tamaulipeca. Mientras unos luchan contra las crecientes aguas, otros construyen caminos hacia el progreso académico. Así se escribe la historia de nuestro estado, entre resistencias y avances.
La solidaridad no se improvisa. En Tamaulipas, la tormenta tropical Barry dejó de ser un fenómeno meteorológico para convertirse en una prueba de carácter, de gobierno y de responsabilidad social.
Las lluvias persistentes y la crecida de los ríos Guayalejo, Tamesí y Pánuco pusieron en vilo a comunidades enteras del sur y la zona cañera del estado. Pero frente al riesgo, el Gobierno de Tamaulipas ha respondido con una estrategia de coordinación y alerta temprana que merece ser contada.
Américo Villarreal Anaya, gobernador del estado, no ha soltado las riendas de esta contingencia. Desde el primer momento, puso en marcha un protocolo de protección civil que involucró a las presidencias municipales y a las áreas especializadas en cada región. El mensaje es claro: no hay tiempo que perder, ni margen para la improvisación.
La llegada de Laura Velázquez Alzúa, coordinadora nacional de Protección Civil, la noche de este martes, no solo fortalece la presencia del Estado en el territorio, sino que confirma el respaldo de la federación a través del seguimiento puntual de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien se mantiene informada y en contacto directo con el gobierno estatal. Se nota que no estamos ante un protocolo de escritorio, sino ante una operación de emergencia con enfoque humano y logístico.
Los albergues habilitados están listos. Las zonas bajas han sido advertidas. Las autoridades insisten: hay que seguir las indicaciones de Protección Civil. Cada llamado no es un trámite, sino una acción de prevención.
Y aquí es donde se revela la dimensión de una administración pública que ha elegido la cercanía y la reacción rápida ante el peligro inminente.
La emergencia aún no termina. El suelo sigue húmedo, los ríos en constante observación. Pero lo que sí se puede afirmar con contundencia es que Tamaulipas está resistiendo con orden, con presencia institucional y con una ciudadanía que también ha sabido responder. No se trata de magnificar la acción gubernamental, sino de reconocer que cuando hay voluntad política, técnica y humana, las crisis se enfrentan mejor.
En la intimidad… La Universidad Autónoma de Tamaulipas, lejos de mirar desde la barrera, ha dado un paso al frente.
Su rector, Dámaso Anaya Alvarado, encabezó una reunión virtual con las direcciones de los campus de Tampico, Mante y Victoria, con un único objetivo: proteger a la comunidad universitaria y sumarse a las acciones en apoyo a la población.
No hubo demora. En el sur, el gimnasio del Centro Universitario fue convertido en albergue temporal para quienes buscan refugio. En Ciudad Mante, personal y recursos institucionales están ya al servicio de Protección Civil. Y más allá del despliegue de instalaciones, la UAT puso a disposición de la emergencia a su gente: médicos, enfermeros, voluntarios y estudiantes listos para colaborar en tareas de salud, logística y asistencia.
La universidad no solo forma profesionales. También forma comunidad. Y en esta contingencia, su respuesta ha sido ejemplar.
Cuando la lluvia amenaza con dividirnos, son estas decisiones las que nos unen.
Imagina que te atrae una persona y esa atracción es vista como una enfermedad mental. Que, por amar o vincularte afectivamente, se te niegue la entrada a ciertos lugares o seas objeto de burlas, violencia o exclusión. Esto, por increíble que parezca, fue una realidad cotidiana para muchas personas de la comunidad LGBTIQ+ antes de los años 70. Y aunque los tiempos han cambiado, todavía hoy la diversidad sexual puede ser motivo de múltiples formas de discriminación, abiertas o encubiertas. Junio es conocido como el mes del orgullo. No es una fiesta vacía ni un desfile de colores sin historia: se conmemora una lucha de décadas. Un punto clave fue el 28 de junio de 1969, cuando en el bar Stonewall Inn, en Nueva York, miembros de la comunidad resistieron una redada policial. Aquella noche marcó el inicio de un movimiento revolucionario que dejó claro que nadie debía esconderse por amar diferente. Desde entonces, cada año recordamos que la dignidad, el respeto y los derechos no deberían estar en juego por la orientación sexual o identidad de género. En México, según datos del INEGI, al menos un 5.1% de la población se identifica como parte de la comunidad LGBTIQ+. Esto equivale a más de cinco millones de personas que, aunque no deberían tener que exigirlo, reclaman algo tan básico como la igualdad de derechos y una representación respetuosa en todos los espacios, desde el ámbito legal hasta los medios de comunicación. Sin embargo, aún hay muchos retos. Uno de ellos es la resistencia al uso del lenguaje inclusivo. Cada vez que alguien escribe “todxs” o “todes”, no faltan las críticas que lo reducen a una “moda absurda” o un “atentado al idioma”. Pero el lenguaje no es estático: evoluciona con la sociedad. El lenguaje inclusivo no pretende destruir la gramática, sino visibilizar a quienes históricamente han sido borrados del discurso. Es una herramienta para reconocer la existencia de identidades no binarias y otras expresiones de género. Negarse a su uso no es defender el español: es cerrar los ojos ante realidades que nos incomodan o que simplemente no entendemos. Otro punto importante es la forma en que muchas marcas “se suben al tren” de la diversidad en junio, pero se bajan en cuanto termina el mes. Cambian sus logotipos a los colores del arcoíris, lanzan campañas “inclusivas” y presumen su compromiso con la comunidad, pero en la práctica no garantizan espacios seguros para sus empleados diversos, ni promueven políticas de inclusión real. A esto se
le conoce como “lavado rosa” (o pinkwashing): una estrategia de marketing que usa causas sociales para limpiar la imagen de las empresas, sin un compromiso auténtico detrás. La diversidad no puede reducirse a una estrategia de ventas o a un filtro en redes sociales. Afortunadamente, ha habido avances. En México, el matrimonio igualitario ya es legal en todo el país. Se han aprobado leyes contra terapias de conversión y existen esfuerzos por reconocer la identidad de género en documentos oficiales. Sin embargo, la violencia sigue siendo una constante. Según datos de organizaciones civiles, México es uno de los países con más crímenes de odio por orientación sexual o identidad de género en América Latina. El cambio legal es importante, pero el cambio cultural es urgente. La diversidad sexual no debería ser motivo de debate, sino de respeto. Es parte de lo que somos como humanidad. Negarla o limitarla es negar la riqueza de nuestras diferencias. La apertura hacia la diversidad no exige que todas las personas cambien quiénes son, sino que comprendan que hay otras formas válidas y dignas de existir. Que el amor no necesita permisos ni justificaciones. Y que reconocer los derechos de otros no resta los propios. La verdadera inclusión no ocurre con logos arcoíris ni con discursos políticamente correctos, sino con acciones constantes, con voluntad para aprender, con empatía, y con leyes que garanticen derechos, pero también con una sociedad que no castigue la diferencia. Porque la diversidad no se reduce a múltiples colores: se trata de vidas, historias, luchas y dignidad. Y ninguna de ellas debería ser invisibilizada.
Este fin de semana quedó demostrado que, cuando las instituciones del Estado mexicano trabajan coordinadamente y sin protagonismos, el crimen organizado tambalea. La detención de 32 personas y el aseguramiento de una amplia gama de recursos operativos, financieros y logísticos de una estructura dedicada al robo de hidrocarburos desde 2015, es la muestra viva de que la inteligencia y la perseverancia vencen donde la impunidad alguna vez se impuso.
El anuncio no lo hizo un político en tribuna, ni se montó en el espectáculo mediático de la mañanera. Fue Omar García Harfuch, en representación del Gabinete de Seguridad Nacional, quien dio la cara un domingo por la tarde, en un momento estratégicamente elegido para dejar claro que esta operación fue técnica, no política; profesional, no improvisada. Una muestra de respeto a la inteligencia civil y militar, y una línea clara entre los que toman decisiones y los que actúan con eficacia.
Durante más de seis meses, se operaron tareas de inteligencia e investigación en Querétaro, Ciudad de México y Estado de México. El resultado: se desmanteló una organización criminal que, durante casi una década, robó hidrocarburo del Estado con impunidad.
Esta red criminal no solo tenía una estructura operativa, sino una arquitectura institucional paralela: tanques, remolques, cajas secas, vehículos blindados, armas de fuego, droga, medicamentos controlados y hasta animales exóticos. Esto no era una célula criminal, era un cártel huachicolero.
Entre los detenidos, destaca Cirio Sergio Rebollo Mendoza, conocido como “Don Checo”, de 55 años, líder absoluto del grupo; y Luis Miguel Ortega Maldonado, alias “Flaco de Oro”, de 40 años, su principal operador. Pero no actuaban solos. Aurelio “Gepeto” Hernández Lozano, ingeniero experto en estructuras de tanques, facilitaba las ventas; Diego Rebollo González llevaba logística; Heréndira “Yeye” Jacala García, tejía relaciones con autoridades y transportistas; e Israel “El Mil Millones” Molina Núñez fabricaba documentación falsa para maquillar la procedencia del hidrocarburo robado.
La operación culminó con la detención de estos personajes y el aseguramiento de 12 inmuebles, 21 tractocamiones, 14 semirremolques, 36 armas, casi 16 millones de pesos en efectivo, y la clausura de tomas clandestinas. Una intervención quirúrgica, con sello mexicano, pero también con el pulso firme y la asesoría silenciosa de agencias de inteligencia norteamericanas. La cooperación internacional fue discreta, como en los viejos tiempos del sexenio de Enrique Peña Nieto, pero con resultados medibles y contundentes.
Esta no fue una simple redada. Fue el desmantelamiento de una economía paralela. El mensaje es claro: ya no hay espacios seguros para el crimen organizado, ni siquiera en estructuras que parecían blindadas con poder económico, contactos y operaciones encubiertas.
En la intimidad… A los alcaldes de Altamira, Ciudad Madero y Tampico: Armando Martínez, Erasmo González y Mónica Villarreal, el mensaje es frontal. Si el auxilio de las fuerzas federales se ha vuelto un acto recurrente porque sus administraciones carecen de estructura, hombres y estrategia para atender incluso lo más básico, entonces no se quejen mañana cuando los mandos federales tomen decisiones más allá de sus escritorios.
Cuando el poder civil pierde la capacidad de servir, la autoridad real se reconfigura. La administración no es un ejercicio de fotografía y discurso. O retoman el control o lo delegan por omisión.
Porque, mientras ustedes celebran festivales o simulan operativos, el Estado —ese que no duerme, ese que sí actúa— está administrando ya lo que ustedes dejaron a la deriva ¡si no pueden con esto…!