El pasado viernes 5 de mayo hubo una manifestación para exigir justicia por el asesinato de Lesvy Berlín Osorio, quien fue ejecutada la madrugada del martes pasado en las instalaciones de la ciudad universitaria de la UNAM. A partir de esto, y para no variar, surgieron muchas teorías que culpan a Lesvy por su propio asesinato: Que si la chica estaba ebria y drogándose en ese lugar, que si era alguien con la preparatoria trunca que vivía con su novio que también es drogadicto, que porque andaba sola en CU a esas horas y así un largo camino de etcéteras.
Los estudiantes de dicha Universidad, así como parte de la población, convocaron una marcha para el 5 de mayo, día que coincidió con el festejó de la batalla de Puebla, y es que los propios manifestantes, a su modo también estaban enfrentando su propia batalla; sobre todo la comunidad femenina, que ha partir de este feminicidio y debido a la respuesta de las autoridades (y gran parte de la comunidad), que culparon a Lesvy por su propio asesinato, se unieron en un grito desesperado mediante el Hashtag #SiMeMatan, donde la mayoría de las que hicieron uso de él fue para expresar su miedo y en parte la forma en que seguro se les culparía de su propio asesinato.
Pero no, las cosas no quedaron ahí, el mismo día de la marcha, varias chicas hicieron uso de aerosoles para hacer pinta de unas letras de plástico que se encuentran en la UNAM, en las cuales escribieron consignas en contra de la misma Universidad y de los asesinos. Fue su manera de exigir justicia.
Debido a esto no faltaron los indignados por dichos actos que fueron considerados “vandálicos”, como si no en todas las luchas hubiera pérdidas materiales… como si esas leyendas no se pudieran limpiar, caso contrario de lo que pasó con Lesvy, lo que pasó con ella es una cicatriz que jamás va a desaparecer, ella ya nunca va a regresar.
Es lamentable como para muchos sea más importante cuidar el patrimonio (unas letras de plástico no son patrimonio, ¡ridículos!), que darle importancia a una vida humana y no es porque sea mujer, que suficiente miedo existe en cada mujer de este país por la ola de feminicidios que se ha desatado, sino por las condiciones en que fue asesinada. Lesvy pasó a ser parte de las mujeres que son víctimas dos veces, la primera cuando la asesinaron, la segunda cuando la culparon por su propio asesinato.
Pero por increíble que parezca, Lesvy pasó a segundo término, dejándole en protagonismo a las letras de CU, pues varios indignados se reunieron para limpiarlas, ojalá de esa misma forma se hubieran organizado para pedir justicia. Parece mentira que en pleno S. XXI la gente le siga dando más importancia a frivolidades y que a pesar de toda la historia de batallas que venimos arrastrando no quepa en su cabeza que cuando se pelea por una razón justa no se puede ir pensando en cuidar el patrimonio, incluso muchas veces es necesario causar ciertos destrozos con tal de llamar la atención y así los volteen a ver.
Las letras acá son lo que menos importa, lo que importa en realidad es que como algo tan insignificante puede dividir opiniones, como se puede culpar a los indignados y a las víctimas. Y es que basta sólo con echar un vistazo a las redes sociales, donde miles de usuarios condenan a los manifestantes por delincuentes, porque les parece imperdonable que hayan hecho semejantes desmanes. A veces cuesta creer que muchos de los indignados sean profesionistas que deberían tener conocimiento de hechos históricos y sociales, cuesta creer que en México indignen más unas letras o unos muros que el asesinato de cualquier persona.
Las letras acá no son el problema; el problema es la mente retrógrada de esos que piensan que lo material vale más que lo humano.
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