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“Kate del Castillo, su coprotagonista tampiqueña, Pérez Inguanzo y la maestra Peraza”.

Fueron protagonistas de un mismo filme, hace ya casi una década: para ser preciso, fue en el año 2007 cuando se estrenó mundialmente la película donde la mexicana Kate Del Castillo y una actriz oriunda de Tampico y avecindada actualmente en Hollywood aparecen juntas, como coprotagonistas, e interpretando roles antagónicos, en medio de una trama que está relacionada con los criminales, el tráfico ilegal entre México y los Estados Unidos, y el arresto ficticio de un personaje que lidera a toda una organización delictiva internacional.

En el año 2008, investigando por instrucción de mi jefatura en el canal de televisión para el cual trabajaba si habría películas desconocidas que hubiesen sido rodadas en esta ciudad y puerto, de pronto me hallé entre ese universo virtual que es el internet, por esa buena estrella del reportero, con una serie de fotos e información de una muy bella y joven mujer llamada Alicja Bachleda (Alitzia Bacleda), de la que todo un listado de biografías comenzaban informando un dato esencial y que de inmediato me hizo comprender el por qué me había remitido el buscador hasta tal princesa lejana: su lugar de nacimiento era, precisamente, Tampico, Tamaulipas, México.

Al instante me di a la tarea de contactarla por el mismo medio que me había llevado hasta lo que, en ese momento, tenía yo de ella, que eran su imagen e historia personal y profesional: una filmografía, a esas fechas, de más de una docena de producciones cinematográficas en Europa, rodadas lo mismo en Alemania y Francia, que en su nación adoptiva y a la vez madre patria: Polonia. La hermosa Alicja había empezado desde niña en el mundo de la farándula, cantando y bailando en programas de la televisión polaca, pero yo quería saber más, conocerla en persona, y entonces se me ocurrió la acaso disparatada idea de pedirle, si llegaba yo a hacer contacto con ella, que viniera hasta este lugar de la república mexicana, a esta región del Golfo de México, este sureño punto del estado tamaulipeco en el que, sabría yo después por boca de ella misma y de sus padres, ya en persona, había nacido por mero accidente del tiempo y el espacio un día 12 del mes de mayo, en el año 1983.

Tal como ya se contó en este mismo espacio hace más o menos un año, logré dar con la linda polaco-mexicana a través de sus padres y entonces manejadores, y a la vuelta de unas cuantas semanas ya estaba aquí, en Tampico, Alicja Bachleda para recibir un homenaje y reconocimiento, en pleno día de su cumpleaños, por parte de las autoridades tampiqueñas: quien se lo tuvo que entregar, ante lo “ocupadísimo” que dijeron sus asistentes estaba entonces el que era alcalde, Oscar Pérez Inguanzo (apenas dos años y meses después de aquellos días detenido y procesado ya como exalcalde), fue ni más ni menos que la maestra Magdalena Peraza Guerra, a la sazón diputada local por la parte centro y sur de Tampico bajo la bandera del PRI (aunque año y medio más tarde aceptaba el abanderamiento del PAN a la presidencia municipal porteña).

La entrega de un vistoso y fresco, fino arreglo floral, junto a una placa conmemorativa donde estaba el nombre de la tampiqueñita y la fecha, así como la firma de la profesora Peraza, se realizó, en presencia de los reporteros de varios medios informativos locales que le dieron cobertura y junto a algunos regidores y autoridades de turismo y desarrollo económico, además del empresario hotelero que les dio alojamiento a ella y sus papás sin costo alguno en la playa, la tarde soleada de aquel 12 de mayo del 2008 en el vestíbulo del complejo de salas cinematográficas localizadas a un lado del aeropuerto internacional “Francisco Javier Mina”, muy cerca de la colonia que lleva el mismo nombre, en la parte norte de la ciudad.

Para esas fechas, la misma cadena de cinemas había dejado ya de exhibir la cinta “Trade”, que en otros países de habla hispana llevó por título “El precio de la inocencia”, pero que en México se llamó “Crimen sin Perdón”, y la cual fue estrenada aquí, en Tampico, casi un año después de su estreno en Estados Unidos y el mundo. Se trata de una realización alemana coproducida en Estados Unidos y México que cuenta una trágica historia sobre la trata internacional de mujeres desde incluso niñas, y a través de todos los continentes: desde Europa oriental hasta la unión americana, pasando por esta parte de Latinoamérica. Actúa un actor norteamericano que no es Sean Penn, sino Kevin Kline, la entonces niña Paulina Gaitán, la coterránea de los tamaulipecos, pero radicada desde entonces en la vecina nación, y su compatriota, mucho mayor que ella y hoy en día noticia de todos los días desde el pasado domingo: Kate Del Castillo.

En la cinta, hay un personaje que muere: justamente la heroína, interpretada por la paisana del que estas líneas escribe, o sea, “Lichita” Bachleda (el diminutivo es de la cosecha de uno), y un villano del mismo género, es decir femenino, que ordena toda la compra y venta de menores y jovencitas, todo el comercio carnal pues, y es capaz de mandar que sus cómplices asesinen y obliguen a una niña a sostener relaciones con un hombre ya rozando la cesantía, con tal de lograr sus propósitos y saciar sus intereses económicos a través de esos sucios negocios clandestinos. Rol que interpreta a la perfección y haciendo gala de sus dotes de actriz, con un realismo que la hace parecer una verdadera tratante de blancas, esta dama que es, ahora, el centro de la controversia en el mundo de la farándula y el crimen organizado: Kate Del Castillo.

 

 

Opinión

El silencio que nadie debía escuchar

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A Matamoros le urgía una vitrina de gran formato, algo diferente a lo que nos tienen acostumbrados allá en el norte tamaulipeco. La tendrá el próximo 30 de noviembre, cuando se corra el Maratón Bicentenario 2025, el primero certificado en Tamaulipas y el único que sirve como pase clasificatorio a la “Carrera hacia Boston”. No es poca cosa.

Así, por fin la frontera se pone en el mapa del atletismo internacional con un evento que promete atraer competidores, familias y visitantes de ambos lados del río Bravo.
El Gobierno del Estado lo entiende así. Su apuesta por el turismo deportivo va en serio. La Secretaría de Turismo empujó con fuerza este proyecto para que la carrera no solo sea una fiesta deportiva, sino una oportunidad de promoción urbana para una ciudad que ha sobrevivido a oleajes económicos, migratorios y de inseguridad. Una oportunidad ideal para que el municipio mostrara músculo.

Sin embargo, en Tampico, durante la rueda de prensa previa, Matamoros terminó haciendo justo lo contrario, sí, exhibió un vacío.
Ahí, frente a medios de comunicación, la representante de la Secretaría de Turismo municipal, Myria Zeldin Leal Guajardo, no logró articular ni un esbozo de la oferta turística de su ciudad. Cuando se le lanzó la pregunta más básica —qué pueden encontrar y disfrutar los visitantes que asistirán al maratón—, su respuesta se limitó al cabrito y al taco de aguacate con queso. Un menú escueto para un municipio con uno de los acervos culturales más amplios de Tamaulipas.

El problema no es la gastronomía, sino la falta de una visión mínima. Matamoros es sede del Museo de Arte Contemporáneo de Tamaulipas, con piezas y exposiciones de relevancia regional; alberga el Museo del Ferrocarril, que relata la historia económica que moldeó al noreste; guarda en el Museo del Agrarismo Mexicano una parte fundamental de la historia rural del país; y mantiene vivo el Museo Casamata, una fortaleza del siglo XIX que aún resguarda documentos, armas y vestigios que explican una parte de la identidad mexicana.

Pero nada de eso fue mencionado.
Tampoco la arquitectura del siglo XIX, la Casa Cross, ni la carga histórica que representan los episodios de la guerra México–Estados Unidos, estudiados incluso en universidades norteamericanas. Matamoros es la verdadera frontera histórica del país, pero el municipio presidido por Beto Granados, solo  decidió presentarlo como una parada rápida al cabrito.

La omisión no es menor. Con corredores provenientes de Texas, Nuevo León, Veracruz y Ciudad de México, esta era la mejor oportunidad para relanzar la imagen de la ciudad. El turismo deportivo no solo mueve atletas: mueve familias, derrama económica y narrativas positivas. Era el momento de presumir a la ciudad que guarda un patrimonio turístico cultural que otros municipios del estado, y del país, quisieran tener.

Pero la presentación dejó claro que Matamoros necesita más que un maratón, joder, necesita una estrategia turística profesional, políticos con altura de miras, no alcaldes y funcionarios que se creen guapos, funcionarios que tracen una propaganda basada en su riqueza real. El Gobierno del Estado ha hecho su parte. Ahora falta que el gobierno municipal aprenda a contar su historia.

El Maratón Bicentenario traerá deportistas, cámaras y atención. Ojalá también traiga el sacudón institucional que el municipio requiere para dejar de esconder su riqueza detrás de respuestas improvisadas, porque si no lo hicieron aquellas horas en las que el alcalde fue retenido por autoridades migratorias norteamericanas, pues, sabrá Dios que esperan esos matamorenses y sus carismáticas autoridades.

En la intimidad… Mientras Matamoros tropieza en la promoción, el municipio de Escobedo, Nuevo León, avanza con un empuje que se nota en cada cuadra. Andrés Mijes Llovera, alcalde reelecto para el periodo 2024-2027, gobierna con paso firme, respaldado por una administración que trabaja con velocidad de industrial neolonés y con la identidad tatuada de un tigre de corazón.

Escobedo vive una transformación acelerada, con inversión, infraestructura y una visión clara de crecimiento metropolitano. Quizá por eso no pasó desapercibido que Mijes se dejara ver en Tampico junto a un grupo de colaboradores, acompañando a la alcaldesa porteña, Mónica Zacil Villarreal Anaya, pues este fin de semana celebrarán el acto de hermanamiento entre ambas ciudades.

Tampico y Escobedo, dos polos estratégicos del noreste de México —uno industrial, otro logístico portuario— comienzan a tejer una relación que podría traducirse en desarrollo económico para Nuevo León y Tamaulipas. Mijes lo entiende y actúa. El hermanamiento no es solo un gesto diplomático: es una apuesta de futuro.

Y mientras algunos municipios olvidan contar su historia, otros la escriben todos los días, y entienden el papel de cada quien, claro, sin competencias absurdas, ni buscando una base extraterrestre.

davidcastellanost@hotmail.com
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Opinión

Alejandro Fernández le pone un alto a la “normalización de la violencia”

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Alex Fernández hizo lo correcto. Y lo hizo en un momento en el que muchos prefieren seguir cantando como si nada pasara, como si México no estuviera cargando un luto que ya es “cotidiano”.

Alex decidió postergar su concierto del próximo 28 de noviembre en Uruapan, Michoacán, por respeto a la memoria del alcalde Carlos Manzo, asesinado hace apenas unas semanas durante la celebración del Día de Muertos. La indiferencia, la omisión, y la violencia arrebataron a un hombre que, con todas sus limitaciones institucionales, se había plantado frente al gobierno estatal y federal para exigir ayuda ante el desbordamiento criminal, que, vale decirlo, no es exclusivo de Michoacán, no, claro que no, el país se le va de las manos también a  los de morena, solo que estos, son señalados de ser aliados de criminales. 

Lo de Alejandro, no se trató de una cancelación por conveniencia ni una jugada administrativa. Fue un acto de sensibilidad. Fernández entendió que presentarse en el municipio que aún llora a su alcalde habría sido un gesto de desconexión absoluta con la realidad. Su responsabilidad como figura pública lo llevó a un mensaje sobrio, respetuoso y necesario;  México está de luto y se necesita un respiro, un espacio para reflexionar.

El artista tenía pactada su presentación como parte del «Voz de mi sangre Tour» en el Salón Los Telares. Uruapan esperaba una noche de música y fiesta, pero la tragedia que golpeó a la comunidad terminó imponiendo un silencio obligado. Miles ya habían salido a marchar para exigir justicia para la viuda de Manzo, Grecia Quiroz, y para los dos hijos que quedaron marcados por una violencia que no distingue puestos ni apellidos.

Alex Fernández se sumó a ese sentimiento colectivo. Reconoció el clima de violencia que sacude Michoacán y comunicó que el concierto será reprogramado. Fue un gesto que honra la memoria del alcalde y acompaña a una comunidad que necesita tiempo para procesar el miedo y la rabia.

Fernández, en su comunicado, extendió un llamado a la calma, al respeto y a la reflexión sobre la crisis que enfrenta el país. No fue un mensaje grandilocuente. Fue una postura firme que lo coloca como ejemplo para otros artistas, empresarios y organizaciones camarales que suelen mantenerse al margen, viendo la tragedia desde el escenario o desde el palco. Su decisión demuestra que la industria del entretenimiento también puede solidarizarse y que la música, antes de ser espectáculo, es un puente hacia la empatía.

Alejandro Fernández eligió el camino correcto: detenerse, mirar, escuchar el dolor ajeno y respetar. Ojalá más voces públicas tengan esa misma claridad ¡ojalá!

En la intimidad…. Lo siguiente es más que curioso; Durante recorridos de seguridad en la colonia Palmas Diamante, en Reynosa, elementos de la Guardia Estatal fueron abordados por un hombre que logró escapar de sus captores. Estaba maniatado y relató que había sido privado de la libertad a bordo de una camioneta y posteriormente trasladado a una casa donde permaneció cinco días retenido.

Los oficiales se dirigieron al domicilio señalado. Al ingresar encontraron a un segundo hombre en la misma condición, con los brazos atados y debilitado tras ocho días de cautiverio. En el lugar se aseguró un arma larga, tres cargadores y 45 cartuchos útiles.

Las víctimas fueron canalizadas para recibir atención médica, mientras que los indicios quedaron bajo resguardo y fueron puestos a disposición de la Unidad de Investigación de la Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas. Ambos sobrevivientes ahora forman parte de una carpeta que deberá reconstruir los días de violencia que vivieron, en una ciudad donde la inseguridad sigue siendo un recordatorio permanente de lo que aún falta por resolver.

davidcastellanost@hotmail.com
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Generación sexta o solo una mala idea mal planeada

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La reciente movilización bautizada como protesta de la “Generación Z” terminó exhibiendo más torpeza que músculo social. No fue una radiografía del ánimo juvenil del país, sino un ejemplo claro de cómo una causa potencialmente válida puede diluirse cuando quienes la convocan no tienen un mínimo entendimiento del contexto, del calendario ni de la lógica social. Es decir, están en una vida paralela que los evidencia.

Aunque les duela, ahí les va. El primer error fue elemental, me refiero al haber convocado  en una fecha totalmente inconveniente. Hacer una marcha en pleno fin de semana largo, cuando el país está volcado al descanso, al consumo y a la derrama económica del Buen Fin, era garantizar que la conversación pública estaría lejos de temas políticos. Sin duda alguna, la mayoría de las personas estaba dedicada a aprovechar ofertas, viajar o convivir, no a revisar redes sociales con la intensidad habitual, mucho menos a sumarse a un movimiento cuya logística nunca quedó clara.

Ese desinterés natural se agravó con otro yerro de cálculo, sí, suponer que la ciudadanía, en días de asueto, iba a estar pegada al celular siguiendo contenido político. Las dinámicas digitales cambian en fechas festivas. Los hábitos se relajan.

Los organizadores ignoraron algo básico, que un movimiento que pretende irrumpir en el panorama nacional necesita que la gente esté atenta, no desconectada, incluso, que los burócratas estén en sus oficinas metidos en el trabajo, no pensando en sus vacaciones de fin de semana.

A ello se suma otro factor que, en regiones como la zona metropolitana de Tampico, era absolutamente previsible. Las protestas que presumen ser impulsadas por juventudes terminan fracasando cuando carecen de liderazgos jóvenes realmente genuinos. La convocatoria no prendió entre los sectores juveniles más activos de la zona. Y era lógico, esos jóvenes han demostrado, una y otra vez, que no siguen causas improvisadas ni proyectos sin estructura, es más, andan en otro mundo. El vacío lo llenaron adultos, opositores tradicionales, voces ya conocidas, lo cual terminó por romper la idea de una expresión auténticamente generacional, sí, mi tía Laura allí andaba y eso que ya le batalla para caminar, pero, como sea, le reconozco su valentía y empuje por amor a México.

En otras palabras, los organizadores quisieron presentar una irrupción juvenil, pero entregaron un acto dominado por adultos que, además, llegaron sin una narrativa cohesionada y sin capacidad para capitalizar políticamente el momento. No hubo claridad en las demandas, no hubo método, no hubo conducción. Una protesta sin brújula se convierte rápidamente en ruido blanco. Y eso fue.

La falta de logística se hizo evidente desde antes del arranque. No hubo estructura, no hubo planeación territorial, no hubo un mapa mínimo de operación. La protesta se fue inflando digitalmente, pero sin sustancia organizativa detrás. Y cuando un movimiento nace sin estructura, cualquier actor político puede absorberlo, distorsionarlo o utilizarlo para justificar lo que convenga. Ahí es donde entran personajes como los maromeros de Morena, expertos en convertir las fallas ajenas en excusas para refrescar sus narrativas y justificar sus propios excesos y abusos de poder. Les dejaron el camino demasiado fácil.

Es necesario decirlo con franqueza: esta protesta dejó ver un hartazgo social, hay deseos de cambio, hay jóvenes que quieren hacer algo distinto, pero, los organizadores desperdiciaron una oportunidad importante. En vez de incomodar al sistema, le regalaron una válvula de escape. En lugar de presionar, permitieron que se respirara. Cuando un movimiento no logra convertirse en un punto de quiebre, termina siendo un despresurizador que, lejos de tensar, relaja al poder.

Manifestarse no es una ocurrencia, es una estrategia. No es un hashtag, es una operación. No es un impulso, es una responsabilidad. Si se pretende construir un movimiento que represente a una generación completa, se necesita algo más que entusiasmo. Se requiere método, logística, inteligencia, una lectura fina del contexto y sobre todo la capacidad de convertirse en un verdadero contrapeso.

En la intimidad… Mientras unos improvisan protestas sin rumbo, otros sí están construyendo espacios de reflexión y diálogo con impacto real. Los días 6 y 7 de noviembre, la Universidad Autónoma de Tamaulipas, en coordinación con la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, el Gobierno del Estado y diversas instituciones, fue sede de los Diálogos sobre la Reforma Electoral. No fue un evento menor. La UAT abrió simultáneamente sus espacios físicos y virtuales en Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Ciudad Victoria, Mante y Tampico para un ejercicio plural que reunió autoridades, especialistas y comunidad universitaria.

El resultado fue contundente: más de tres mil propuestas recabadas y más de cinco mil asistentes. Un documento académico ya fue elaborado como testimonio de este esfuerzo colectivo.

El rector Dámaso Anaya Alvarado destacó la relevancia histórica del ejercicio para la Universidad, señalando que este proceso consolidó a la UAT como referente nacional en la formación de ciudadanía crítica y pensamiento democrático. Subrayó que la institución abrió sus puertas como nunca antes para un análisis profundo del sistema electoral mexicano, permitiendo que la ciudadanía reflexionara sobre los pilares que sostienen la vida democrática del país.

El rector reconoció la visión de la presidenta Claudia Sheinbaum por impulsar una reforma electoral incluyente y agradeció al gobernador Américo Villarreal Anaya la confianza depositada en la capacidad académica y social de la institución. Extendió también su reconocimiento al INE, al IETAM y a todas las instituciones públicas y privadas que respaldaron esta jornada cívica.

Mientras algunos movimientos sociales se desinflan por falta de método, la Universidad, desde la academia, está marcando ruta: abrir espacios, escuchar, debatir, construir y aportar. Esa es la diferencia entre la improvisación y la transformación.

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La economía y los pueblos mágicos 

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La economía, como concepto y como ejercicio cotidiano, suele parecer un territorio para especialistas. Sin embargo, cuando una institución pública decide abrir sus puertas a la discusión global, es posible apreciar que detrás de cada indicador, cada gráfica y cada decisión de política pública, hay implicaciones directas para la vida de los ciudadanos. La Semana Internacional de la Economía, organizada por la Facultad de Comercio y Administración Victoria de la UAT, dejó claro que Tamaulipas requiere de más diálogos como este: conversaciones serias, informadas y sin triunfalismos, que permitan comprender hacia dónde se mueve el país y cuáles son las rutas que podrían mejorar el futuro inmediato de la región.

Durante cinco días, del 10 al 14 de noviembre, académicos e investigadores de organismos nacionales e internacionales se presentaron ante estudiantes que, quizá sin saberlo, están siendo testigos de un momento crucial para México. El panel inaugural, dedicado a la transición energética y al nearshoring, reunió a voces que han seguido de cerca fenómenos que ya impactan a la industria, el comercio y las finanzas en la frontera noreste.

El Dr. Rafael Alejandro Vaquera Salazar, la Dra. Yolanda Villegas González y la Dra. Ruth Azucena Bordallo Favela expusieron un panorama en el que México y Tamaulipas enfrentan tanto oportunidades de inversión como desafíos regulatorios. La transición energética, más que un concepto aspiracional, se ha convertido en un reto inmediato que exige visión, infraestructura y decisiones responsables. El nearshoring, por su parte, continúa atrayendo movimientos corporativos que redefinen cadenas productivas completas y que obligan a las regiones a estar preparadas técnica, administrativa y laboralmente.

En otra jornada, el especialista del Banco de México, Dr. Leonardo Torre Cepeda, recordó algo que suele quedar rezagado en las narrativas políticas: sin productividad no hay crecimiento real. Su análisis regional sobre el periodo 2006-2025 evidenció que la mejora de salarios, la competitividad y la estabilidad económica dependen de manera directa del rendimiento laboral y de la capacidad para generar valor. Lo que expuso no es un pronóstico, sino una advertencia: la productividad debe asumirse como un proyecto de Estado, pero también como una responsabilidad social que involucra a empresas, gobiernos y universidades.

A lo largo de la semana se sumaron actividades que permitieron a los estudiantes contrastar experiencias e investigaciones con enfoques diversos. Desde el conversatorio con alumnos de intercambio, hasta el Panel de Egresados, la UAT mostró una comunidad académica que dialoga con el mundo y que busca ampliar sus horizontes. El Dr. Jorge Omar Moreno Treviño abordó la relación entre transporte público y brecha de género en el mercado laboral, mientras que el Dr. Nahuel Oddone, de CEPAL, habló de políticas de desarrollo productivo en México, un tema que sigue siendo un pendiente nacional.

El cierre incluyó un análisis subnacional de políticas productivas, a cargo del Dr. Ramiro Esqueda Walle y del Dr. Francisco García Fernández, y un taller peculiar pero necesario: “Economía que se entiende”, una introducción a la lengua de señas que representa el tipo de inclusión educativa que debería ser constante.

La Semana Internacional de la Economía no fue un acto protocolario; fue un ejercicio de actualización académica que resalta la importancia de que la UAT continúe vinculándose con organismos que tienen mucho que aportar al desarrollo regional. En un estado que enfrenta desafíos complejos, eventos como este permiten abrir el diálogo y preparar mejor a quienes estarán involucrados en la toma de decisiones públicas y privadas durante la próxima década.

En la intimidad…El sur de Tamaulipas vive un momento de reposicionamiento turístico. En Pachuca, durante la séptima edición del Tianguis Nacional de Pueblos Mágicos, la alcaldesa de Tampico, Mónica Villarreal Anaya, recibió la estafeta para que la ciudad sea sede en 2026 de uno de los eventos más relevantes de promoción turística del país.

Ante representantes del sector, Villarreal Anaya destacó la ubicación estratégica de Tampico, que funge como punto de conexión natural con la Huasteca y con los destinos emblemáticos de Tamaulipas, como Tula y Ciudad Mier. La alcaldesa aseguró que la edición 2026 permitirá consolidar la oferta turística de la zona sur, detonando la derrama económica para hoteleros, restauranteros, transportistas y prestadores de servicios.

Acompañada por Karime Cámara Chaín, titular municipal de turismo, la alcaldesa puntualizó que su administración ya trabaja con las instancias federal y estatal para garantizar condiciones de logística, movilidad y seguridad. El reto es considerable, pero también lo es la oportunidad: más de 170 pueblos mágicos del país confluirán en un mismo punto, llevando consigo cultura, identidad y comercio.

Tampico se prepara para recibirlos. Y esta vez, la responsabilidad no es solo organizar un evento, sino demostrar que el sur de Tamaulipas tiene la capacidad y la visión para consolidarse como un referente turístico nacional.

davidcastellanost@hotmail.com

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